Los que seguimos los avances de la IA estamos flipando con la nueva plataforma de generación de imágenes de Google, Nano Banana. Puedes hacerlo directamente en Gemini, en la opción Imágenes. Pero la potencia que tiene Nano Banana en la edición, al nivel de Adobe Photoshop, pero sin necesidad de saber usar ninguna herramienta, está volviendo locos (to go bananas en inglés) a los que necesitan editar imágenes.
Un artículo que lo muestra de una forma muy gráfica es este de Xataka, que sitúa a personas en lugares y épocas en los que no ha estado, con personas con las que no han coincidido, y que completa muy bien el cuerpo de una persona a partir de una foto que llega hasta el pecho. Otro ejemplo es este a continuación, que me sitúa en el escenario propuesto y completa mi outfit según mis indicaciones.

¿Hacia donde va esto?
El jueves 4 de septiembre (2025) asistí a una conferencia del periodista de The Economist David Rennie en Espacio Fundación Telefónica, en la que se trataba precisamente de este tema: cuál es la situación de la IA en el plano geopolítico y hacia dónde se dirige.

David Rennie, un hombre muy culto que ha vivido largos periodos en China, explicó varios aspectos muy interesantes de la batalla por alcanzar la inteligencia artificial general (AGI), que comparó con la batalla por construir la bomba nuclear y, también, con la creación de internet. En resumen, las posiciones de las grandes potencias que mencionó son estas:
- EE. UU. lucha por tener las herramientas de IA más potentes y mejores, reservándose los procesadores y chips de primer nivel. Se prioriza la innovación sobre el control, pues lo que interesa es el avance más rápido posible. Esto puede dar lugar a preocupaciones éticas sobre los riesgos ya conocidos de la IA (sesgos, manipulación, alucinaciones).
- China, mientras desarrolla potentes sistemas de control (reconocimiento facial, supervisión de trabajadores), lucha por estar en segundo lugar: considera que llegar el primero no es tan importante como difundir sus herramientas lo máximo posible. No serán las mejores, ya que EE. UU. ha vetado su envío de los mejores procesadores a China, pero sí serán suficientemente buenas y a bajo coste, de manera que la batalla puede ganarse por cantidad, en lugar de por calidad.
- El lugar que le queda a la Unión Europea es la regulación. Me gustó cómo justificó David Rennie la existencia de tanta regulación en Europa: es la manera en que los 27 países, muy distintos entre sí, puedan tener un marco común que los iguale en derechos y responsabilidades. Pero el precio que pueda pagar Europa por la posición que desempeña no lo puede controlar: tal vez se quede fuera del juego y tenga que ocupar un lugar más discreto en la batalla, como simplemente definir el AI Act, el marco regulatorio de la IA en Europa.
La IA en la educación
Mientras finalizo la lectura de un gran libro, Think Like a Marketer, Train Like an L&D Pro (Piensa como un experto en marketing, forma como un profesional de aprendizaje y desarrollo), del excelente diseñador instruccional Mike Taylor, en España la cosa va por otro lado: usemos la IA para todo.
Muchas empresas de formación están probando con modelos en los que la IA (ChatGPT o un LLM muy similar) está literalmente generando todo el contenido que se va a impartir, incluidas las preguntas, con escasa intervención de expertos en la materia o en diseño instruccional. ¿Cuál es la calidad de ese contenido? Pues hay que decir que es cada vez mayor: ChatGPT-5, el que yo utilizo, puede generar contenidos con un nivel muy alto de expresión, precisión y claridad, adaptados al estilo que se le solicita. Hay dos problemas aquí:
- que esos contenidos no suelen tener alma (son demasiado esquematizados o estructurados, o bien, demasiado entusiastas, pero, sobre todo, con una sensación robótica que los alejan del alumnado) y
- que esos contenidos siguen teniendo «alucinaciones», pero cada vez es más difícil detectarlas: suena todo tan creíble que se puede colar información inexistente, incluso basada en fuentes como páginas web que son malinterpretadas de alguna manera.
La IA en cualquier generación de contenido
Es muy tentador utilizar la IA para todo: a través de prompts cada vez más sencillos, los resultados son cada vez más ajustados, de manera que la tendencia puede ser a generar todo a través de prompts. Me llamó la atención que David Rennie, el periodista de The Economist, fuera claro sobre el tema: no usa la IA para escribir sus artículos.
Si necesito la IA para escribir mis artículos, ¿qué clase de periodista soy? Puedo entender su uso para localizar fuentes o traducir una información de un idioma que no hablo, pero no puedo concebir no ser yo quien escribe sus artículos.
Pues bien, con una frecuencia creciente, los contenidos que encontramos en páginas web y redes, incluidas páginas de periódicos, tienen ese deje que hace sospechar de un texto generado por IA.
Y es que nos queda por valorar si el tiempo que se invierte en escribir un prompt (segundos) y obtener una respuesta (segundos), sumado al tiempo de revisar críticamente esta respuesta y adaptarla al contenido que estamos elaborando, es menor al que dedicaríamos escribiendo el texto a partir de las fuentes «tradicionales».
Y algo que tiene mayor calado: necesitamos sopesar cómo nos sentimos en cada uno de los casos, qué sensación (motivación, aburrimiento, ansiedad, interés, curiosidad, descontento) tenemos cuando simplemente copipegamos un texto de la IA o cuando lo elaboramos. Haz la prueba. Esto referido a textos, pero pregúntale a un diseñador gráfico cómo se siente al obtener imágenes a través de prompts frente a crearlas por sí mismo.











