Os traigo tres textos muy distintos, tres «inscripciones» que nos pueden ayudar a explicar el mundo… o al menos, a tener visos de él.
Cuando la traducción automática es traidora
Se dice que «traductor, traidor» y en el caso que os traigo es exactamente así. El traductor ya no está en soledad ante el texto. Ahora (lo sé porque he traducido contenidos técnicos durante 10 años) el traductor debe trabajar con herramientas de traducción automática y ajustar el resultado. Esto significa que encuentra líneas de texto traducidas por inteligencia artificial y debe revisarlas y comprobar que son adecuadas. En ocasiones, se considera que el coste de esta revisión experta no interesa porque no añade demasiado valor, y nos topamos con páginas como la siguiente:

Con optimismo y motivación, esta página web celebra que «te da la espalda». Todo viene de que en inglés copia de seguridad es backup (respaldo), por lo que se intuye que se alegran de darte respaldo.
No te rindas
En ocasiones, los azucarillos o las servilletas de bar compiten con Mr. Wonderful y quieren desearte cosas muy buenas. A veces, me llevo el sobre de azúcar, porque, cortando un poco el texto, sí me resulta motivador y simpático. Estos textos están escritos en papel, algo en principio más duradero que una página web del ciberespacio, pero es un papel de usar y tirar, está destinado a identificar el producto (azúcar) o el lugar (Bar Pepe).

Por mi parte, extracto el texto y leo la primera línea y la última:
Aunque te sientas perdido y sin fuerzas, no te rindas.
Me parece un mensaje con más energía, que tampoco llega muy lejos, pero quita la parte menos creíble del mensaje original.
La última palabra
La última palabra puede que sea la que escriben sobre tu lápida. Lo escrito en piedra se torna sagrado: jeroglíficos egipcios, piedra Rosetta, estelas romanas… Aquí no hay lugar para la rectificación, ya no podemos traducir alegremente ni emitir un texto al que le sobran partes, o que tiene erratas. Lo escrito en piedra queda.
Tras unos 30 años queriendo rendir mis respetos, por fin encuentro la tumba de don Benito Pérez Galdós, cuyo Episodio Nacional El abrazo de Vergara, inspiró uno de los post más leídos de este blog. La tumba de Galdós pasa totalmente desapercibida en el cementerio de la Almudena, en Madrid. Es una tumba más, sin nada destacado y, además, es una tumba de muchas personas, donde él es «uno más».

Pensaba que, al ver la tumba del escritor que más admiro y desde hace más años (desde que a los quince años leí Doña perfecta), me vendría abajo de la tristeza por su pérdida, por tener delante la prueba de que el admirado se fue hace mucho, no está presente y no se le puede conocer. Pero no sentí absolutamente nada. La lápida era fría y expedita. Ni siquiera había una breve mención, tipo «escritor», o «autor de los Episodios Nacionales» o «gran autor español», etc.
Me pregunto, como este escritor, si es esta la tumba que merece Galdós. Si entráis en el enlace, veréis que en la foto que he tomado yo la tumba está limpia, lo que muestra un mantenimiento, y además trae un QR acompañando un clavel fresco. El QR da acceso a este otro enlace sobre el autor. Por cierto, ¿qué pensaría don Benito sobre esto del QR?
La impermanencia
Quizá en el futuro, cuando otras civilizaciones excaven en busca de evidencias de los avances de nuestra civilización, no encuentren demasiado. Quizá saquen conclusiones equivocadas, porque no tendrán evidencia del alcance de aquello que se inscribió en el espacio digital. Tal vez, los servidores ya no funcionen, internet no exista y la IA quede en el olvido. Entonces, aquella gente ¿repetirá lo que ya se ha hecho?














