¿Te has preguntado alguna vez cuándo algo deja de tener utilidad y comienza a ser basura? Yo sí, muchas veces.
Paseo con mi perra por el campo y, por lejos que vayamos, siempre encuentro basura. No es que yo la vaya buscando, pero mi perra sí, porque para mi perra todavía hay utilidad en la basura, principalmente, para ella es comida que huele muy bien. También lo es para urracas, hormigas, avispas…
Existen varios tipos de bienes que tienen formas diferentes de convertirse en basura, algunos de ellos a una velocidad increíble. Aquí algunos ejemplos, siguiendo parcialmente las categorías de objetos del método KonMari:
La comida en el plato
En el momento en que una persona echa un envoltorio de cualquier tipo sobre la comida de un plato, la convierte en basura. Sucede todos los días en los restaurantes. Incluso hay una forma más fina de convertir la comida en basura: cruzar los cubiertos sobre el plato. Automáticamente, incluso si el plato está intacto, se convierte en desecho.
Ropa
Cuando cambias de talla, la ropa deja de serte útil. Puede que la guardes con la esperanza de recuperar tu talla anterior, y puede que cuando puedas volver a llevarla, esté desfasada. ¿Puede esta ropa ser basura colgada en tu armario?
Lo que sí es cierto es que justo cuando una prenda se engancha y se le hace un agujero o se rasga, incluso aunque la estrenes ese día, se convierte en basura. También sucede cuando le cae aceite o grasa y se forma un lamparón formidable que no se consigue quitar al lavarla. A veces, incluso cuando la ropa se descose, puede convertirse en basura, dependiendo del descosido y de la pereza o inhabilidad de su dueño/a.
Aparatos y electrodomésticos
El talón de Aquiles de los aparatos es la batería. En el momento en que la batería de cualquier aparato deja de cargarse bien, ese aparato va a la basura. Anteriormente fueron los cables: cada aparato tenía un cable distinto, y si se dejaba de fabricar el cable del tuyo, a la basura.
Si se trata de un electrodoméstico, cuando su rendimiento baja, va a la basura. Deshacerse de todos estos aparatos es correoso porque no hay contenedores en las zonas habituales, sino que hay que acercarse a un punto limpio. Como estos aparatos pesan, en muchas casas grandes languidecen frigoríficos y lavadoras que una vez fueron el esplendor de la casa.
Los ordenadores son caso aparte. Lo que los convierte en basura es que no tengan capacidad para manejar los archivos, cada vez mayores, o que no soporten un sistema operativo más actual. Las aplicaciones en sí son basura cuando aparece la siguiente versión. Algunas aplicaciones no pueden volver a abrirse jamás, y los documentos creados con ellas se convierten también en una basura extraña, porque pasado un tiempo ni siquiera se sabe lo que contienen.
Las cámaras de fotos (¿qué son ya?) y otros aparatos que de pronto cayeron en desuso también pertenecen a esta categoría.
Con las impresoras sucede que es más barato comprarse una nueva que comprar los cartuchos de tinta de la anterior. Impresoras que hace pocos años costaban 6.000 euros, ahora están a unos 60.
Y los dispositivos son basura cuando adquirimos uno más potente, lo cual es fácil, ya que se quedan obsoletos o dejan de ser “el más” potente en cuestión de meses.
En esta categoría, se genera tantísima basura que no sabemos qué hacer con ella y la enviamos a otros países.
Libros
Quizá los libros sean la categoría que más se resiste a convertirse en basura, por eso en cada casa se pueden encontrar libros que nunca fueron leídos o que solo fueron leídos una vez. Los libros pesan mucho y cuesta deshacerse de ellos. Además, hay un gran sentimiento de culpabilidad por tirar libros a la basura, aunque sea a un contenedor para papel y cartón. Especialmente ocurre si estos libros están dedicados. Algo muy gordo tiene que haber ocurrido para que un libro sea basura, como que le haya caído encima una taza de café, o se haya mojado en la lluvia: el líquido los deja con un aspecto deslustrado, si bien pueden ser todavía legibles.
El libro de texto sería el caso más frágil: una vez terminado el curso, el libro de texto se convierte en una momia polvorienta de la que hay que deshacerse.
En la misma línea van los apuntes. Por bien encuadernados que estén, por bonita que fuese la presentación de PowerPoint en que te los pasaron, los apuntes son basura al día siguiente de la prueba final. Todos los subrayados en diferentes colores, los esquemas, los apuntes de los apuntes que los parafrasean… Todo eso se va. Incluso hay quien desea fervientemente quemarlos en la hoguera de San Juan de su pueblo.
Cualquier objeto depositado al lado de un contenedor de basura
Incluso si no lo tiras dentro porque lo que buscas es que alguien le dé una vida más prolongada, cuando pones cualquier objeto al lado de la basura, automáticamente es también basura.
Cuando dejas de practicar un deporte o afición, todos los aperos relacionados con ella van a la basura: bicicletas, ropa de deporte, cañas de pescar, lienzos y témperas, telescopios…
¿Cuál es el objeto más curioso que has visto en la basura?
El punto limpio
Por curiosidad, os animo a que visitéis un punto limpio. Hay una sección, un contenedor gigante como los de las obras, en el que hay “todo lo demás”, principalmente adornos y juguetes. Son esos objetos que no se pueden reciclar en ninguna de las otras categorías. Miles de recuerdos. Muchos con aspecto de estar intactos. Objetos de colores, objetos que, simplemente sacados de ese contenedor, dejarían de ser desechos.
Así que la basura no es algo que podamos definir objetivamente, sino que depende de costumbres de cada uno. Lo que sí es cierto es que la basura realmente se genera “en el origen”, al fabricar. Aquí es donde entra el concepto de jerarquía de residuos de la UE:
- La prevención: evitar los residuos con distintos métodos de gestión.
- La preparación para la reutilización: por ejemplo, llevar la ropa a Cáritas, o los libros a la biblioteca.
- El reciclado: si no se ha podido reutilizar, depositar en el cubo correspondiente.
- Otros tipos de valorización: por ejemplo, la tela de la ropa históricamente se ha rasgado en trapos. Los libros calzan mesas cojas. Algunos elevan pantallas de ordenador.
- La eliminación sin riesgos y compatible con el medio ambiente: de otra forma, todo acaba en el vertedero, que es el peor lugar donde pueden acabar nuestras posesiones, por su impacto medioambiental. Incluso tiramos basura al espacio exterior.
Si quieres saber más sobre cómo reciclar, echa un vistazo a estos consejos de Ecoembes.
Me ha parecido muy acertada la distinción entre utilidad y basura, y cómo nos apegamos a ella en nuestra propia casa guardando cosas inútiles como ropa, zapatos, regalos, etc. que no nos gustan ya o han dejado de valernos. Es preciso practicar el desapego si no queremos terminar siendo esclavos de nuestra propia basura impidiendo traer belleza y comodidad a nuestra casa. Me gustaría hacer hincapié en que lo que para nosotros es basura para otros puede ser algo valioso que, en lugar que tener que recoger de la calle podríamos recoger directamente de las casas de las personas que quieren desprenderse de ello. Por ese motivo, en mi barrio, se ha organizado un grupo de whassAp entre vecinos, donde se muestran fotos de cosas que ya no queremos, la gente interesada se apunta y se sortea entre los interesados. Es divertido y útil para reutilizar y contaminar menos. Además de cubrir necesidades o caprichos de los vecinos, se han conseguido otras metas, por poner ejemplos: los libros de texto y cuentos han ido a parar a una asociación que los manda a colegios en Paraguay. Los muebles y enseres del hogar a pisos para refugiados, mantas a centros de acogida de animales, ropa al Sahara, etc. Todo es cuestión de organización y voluntad.
Incluso la comida que sobraba de las empresas de comida a domicilio, los productos que estaban aptos para el consumo pero no para la venta en supermercados, etc. fueron el origen del Banco de alimentos de mi barrio, pasaron años hasta que las Instituciones lo apoyaron, pero durante ese tiempo los vecinos habíamos detectado las necesidades del barrio y de forma proactiva buscamos las soluciones.
Muchas gracias por tu comentario, es muy interesante. Creo que pensando sobre la basura y la utilidad se abren puertas para contemplar iniciativas como las que dices, y que no sintamos que tenemos que seguir «guardando basura» porque sabemos que puede servir a otros, y que se pueda intercambiar en el barrio es una buena solución.
¡A ver si conseguimos más ideas como estas que comentas!