La guerra, como la imitación, es connatural al ser humano. Siempre ha habido guerras. Cuando empecé a leer los Episodios Nacionales de Galdós, lo que más me aburría era la guerra. No solo eso, no quería saber nada del tema. Además, el primer episodio, Trafalgar, tiene una fuerte curva de aprendizaje con el vocabulario naval. Sin importar la maestría con la que don Benito describe la guerra, incluida la intervención de las mujeres en ella, no era un tema que me interesara.
Honrando la guerra
Pues bien, me he dado cuenta de que cada vez me interesa más entender la guerra. La guerra como estrategia y táctica, como organización de batallones, como objetivos de conquista. Galdós mezcla admirablemente este punto de vista propio de los altos mandos con el punto de vista del soldado raso y del pueblo, que se ve envuelto en el conflicto, luchando, defendiéndose, sufriendo ataques, estados de sitio, hambrunas; muriendo o quedando lisiado.
Ahora en algunos programas vemos coroneles, generales, dando su punto de vista. Cuentan, por ejemplo, cómo los submarinos están ubicados en zonas estratégicas, dónde están los objetivos clave, los radares, cuáles son las tácticas defensivas, etc. Lo que más me llama la atención de los militares es que se duelen del dolor ajeno, de las atrocidades cometidas en civiles, del dolor gratuito. Por tanto, ser una «persona de la guerra» no implica ser insensible al dolor ajeno, ni mucho menos.
España es un país que se pasó en guerra la mayoría del siglo XIX. Así, los Episodios Nacionales solo pueden relatar esto: combate, tregua, inestabilidad del gobierno, nuevos conflictos… Hasta sus personajes llegan a confesar que les gusta la guerra, como un estado vivo, de acción, de movimiento hacia algo. Sigue sorprendiéndome cómo se relata la vida de los civiles en medio de la guerra, siguiendo sus actividades cotidianas en la medida de lo posible, interesados en el amor, en el trabajo, en la familia, amistades.

El arte de la guerra
El arte de la guerra de Sun Tzu es uno de esos libros, como la Poética de Aristóteles o el propio Tao Te Ching, de Lao Tse, que contiene verdades imperecederas. Son el «primer manual» sobre distintos temas, al que se recurre una y otra vez. Este librito es el tratado sobre la guerra más antiguo del que tenemos conocimiento. Tiene mucha información sobre las batallas «de la época» (hace más de 2.000 años), por ejemplo, en términos de distancias recorridas, caballos necesarios, condiciones atmosféricas, terreno…
También contiene mucha otra información más generalista y que se utiliza incluso en ámbitos de estrategia empresarial. Así, algunas perlas como:
Todo el arte de la guerra está basado en el engaño.
Sun Tzu
La perspectiva general de este tratado es la del estratega, del general. Se analiza la batalla en detalle, pero siempre con una visión global, desde arriba. Se ataca al enemigo cuando está desprevenido, cuando no es claramente más fuerte, cuando está desorganizado. Sin embargo, se conserva la compasión hacia los prisioneros. No en vano, menciona el Tao como filosofía de base. Esta compasión no impide saquear al enemigo y aprovecharse de sus víveres.
Algunos temas generales que se pueden extraer de este manual son:
- Mejor que las batallas no sean muy prolongadas, desgastan a los soldados y no son muy productivas. Lo aplicaría a cualquier proyecto.
- El refinamiento en la guerra es atacar los planes del enemigo, evitar la batalla, desmontar su estrategia.
- Es vital conocer las fuerzas que se tienen y actuar en cada caso conforme a ellas.
- El general debe actuar según se presenten las circunstancias, incluso en contra del soberano bajo el que actúa.
- No se puede controlar que el enemigo sea vulnerable, pero sí se puede potenciar la propia invencibilidad.
El punto de vista
De pequeña, jugaba con mi hermano a la guerra. Era un juego de mesa en el que se iban conquistando países, sobre un mapa. Yo siempre perdía, por varias razones: mi hermano era 3 años mayor, más avispado y más interesado en el tema. Pues bien, el punto de vista era el del general. El tablero era un gran mapa con los países, y había unas fichas con forma de tanques o similar. Desde arriba, la batalla se planifica según contaba Sun Tzu y según cuentan ahora militares de alto rango en distintos programas de la tele. Desde abajo, la batalla se parece a las películas que vienen a la mente, como El cazador, Apocalypse Now, Platoon, La chaqueta metálica y tantas otras.
La clave, quizá, es esto que comenta Sun Tzu:
En términos generales, mandar a muchas personas es como mandar a unas pocas. Es cuestión de organización.
Sun Tzu
En el momento en el que agrupamos personas, las personas dejan de ser tales. Así, un batallón visto desde el aire es un objeto, una especie de arma viva. Ya no es cada persona que lo compone. Rescato de nuevo la forma magistral de ver la guerra que tiene Galdós: constantemente ve la estrategia de cada general y constantemente muestra las consecuencias en personajes con los que el lector ya se ha identificado, personajes que asisten a fusilamientos, que caminan durante largas jornadas, que se empapan con la lluvia o que comen un mendrugo de pan y otras sobras. No olvidar al soldado ni al civil podría ser lo que pusiese la guerra en su justa medida. No dejar fuera la visión de cerca mientras se mantiene la visión global.
Si tienes curiosidad sobre el tema, el general Rafael Dávila ha escrito recientemente un libro llamado El nuevo arte de la guerra. Puede ser interesante leerlo, ver lo que ha cambiado y lo que sigue estando ahí.