¿Qué significa 5 meses y 11 días sin tele?
El tiempo que he permanecido sin tener un aparato de televisión en mi casa. Esto no significa que no haya visto esporádicamente algún trozo de telediario en casa ajena (llevo 1 año sin ver un telediario completo), o que no haya visto algún contenido en Internet, como Página 2 o Atención Obras.
¿Cómo ocurrió?
Fue tan fácil como mudarme de una casa de alquiler amueblada a una casa de alquiler vacía. La casa amueblada tenía una televisión bastante grande, aunque no tenía mucha definición. La casa nueva no tenía nada, y era mi oportunidad para dejar de ver la tele.
¿Por qué?
Porque la tele se estaba comiendo mis ideas, como en esta ilustración de Eneko que, meses antes de tomar la decisión de vivir sin tele, ya había enmarcado.
Porque la tele se había convertido en la trampilla bajo la cual se ocultan la falta de comunicación y la evitación de la intimidad; se había convertido en el sonido de fondo que hace que te calles, y por tanto, el sonido que es obligado escuchar, en el tercer inquilino (tres son multitud), en el proveedor oficial de cultura.
Cuando me vi libre de este aparato, recuperé mi hábito de lectura, se amplió mi tiempo creativo, empecé a escuchar el silencio, empecé a escuchar algunos programas de radio, también música.
¿Qué enseñanzas se extraen?
La televisión es el hogar ahora. Hogar en la acepción de fuego, y hogar en la acepción de lugar de reunión de la familia. La tele hace dibujos y chisporrotea como lo hace el fuego, pero además, tiene la sorprendente capacidad de sustituir a todos esos miembros de la familia que se reunían ante el fuego.
La tele no solo oculta la falta de comunicación de los miembros de la familia o de la pareja, sino que la sustituye. Las personas se acompañan de la tele, como si esta fuera una o varias personas más. Sin tele, por fin eres capaz de saber cuál es la medida de tu soledad, si es que eres capaz de tomarla.
Una reacción común intuyo que es volcarse en las redes sociales. Se pierde el hogar pero se ganan unos cuantos Me gusta o bien los dobles ticks de Whatsapp. Sin embargo, si de verdad quieres interactuar con una persona de carne y hueso, llega el momento de la verdad. La tele lo mantenía oculto, pero las redes sociales no pueden con tanto, son mucho más frías, aunque aparenten ser mucho más cercanas.
Lo que más eché de menos es muy sorprendente: el contenido de peor calidad de lo que veía, es decir, las películas de sábado de sobremesa que sirven principalmente para dormir la siesta con el arrullo, y que al despertar compruebas que todo era tan predecible en ellas que parece que no te hubieras dormido.
Y entonces, ¿por qué vuelvo a tener tele?
Ha surgido una oportunidad comodísima de volver a tener tele y la he vuelto a incluir en mi vida.
La televisión sigue siendo un estándar que me dice qué es lo que piensa el mundo de sí mismo. Me muestra qué creencias hay, cuáles son las corrientes de opinión, y qué es lo que divierte a mis semejantes. Incluso la tele en ocasiones me muestra lo que me entretiene a mí, como los programas que he mencionado. La tele sigue siendo tema de conversación habitual, parecido a charlar sobre el tiempo que va a hacer, algo que también te dice la tele (y las aplicaciones, de una forma mucho más desapasionada).
Así que me compro el cable coaxial.
Ya puedo ver la tele.
Y bueno, me esperaba otra cosa. Quiero decir, me esperaba volver a engancharme al zapping, volver a programar mi cena en torno a un programa, volver a encadenar varios programas… Pero no. Lo cierto es que la tele-hogar volvió a funcionar en mi casa el martes 22 para ver Página 2, se encendió a las 21.30 y se apagó a las 22.00. Y hasta hoy.
Ideas
Pienso que si este apagón me ha permitido desengancharme de la tele-hogar, sería muy interesante probar qué ocurre en un apagón de las redes sociales. ¿Cuánto tiempo tiene que pasar sin interactuar en ninguna red para que se considere a la persona “muerta”? Creo que es una prueba ideal para verano. Por ahora, seguiré inmersa en el mundo actual, que incluye la tele y las redes sociales por igual.
En línea con este artículo, un discurso que no te dejará indiferente: ¡Apaga la tele!
2 respuestas a “5 meses y 11 días sin tele”