La ley de pertenencia

Buckminster Fuller, diseñador, arquitecto e inventor norteamericano, tuvo un momento de revelación cuando se iba a suicidar. Una voz interior le indica que no se puede quitar la vida porque no le pertenece a él, sino al universo. Tiene una epifanía, dedicarse a:

«un experimento, para descubrir si un individuo puede contribuir a cambiar el mundo y beneficiar a toda la humanidad».

Desde la máxima humildad, considerándose un individuo cualquiera sin condiciones superiores, se plantea qué puede hacer para mejorar la vida de toda la humanidad, en la «nave espacial Tierra».

Fuller se da cuenta de que todo está conectado, de que los sistemas son mayores que la suma de sus partes: es quien comienza a emplear el término sinergia. En lugar de trabajar desde las partes al todo, propone hacer lo contrario, ir del todo a los detalles, de manera que surgen partes del sistema que no se habían identificado. Al estar todos los elementos en relación:

«No hay nada de lo que hacemos que no afecte a los demás en mayor o menor medida. Por supuesto, esto también se aplica a toda forma de vida».

La idea de sinergia se aplica a su famoso diseño de cúpulas geodésicas, de las que se llenó el mundo y que aún son un símbolo de futuro:

Cúpula geodésica de

Puedes ver varios diseños de cúpulas geodésicas y muchos otros inventos de Fuller en la exposición temporal en Espacio Fundación Telefónica, muy recomendable.

La pertenencia a un sistema

Estamos todos conectados, todos en relación. En cada sistema, cada elemento que lo compone pertenece a él por igual, no se puede excluir uno de ellos. Como descubrió Bert Hellinger, todos los integrantes de un sistema familiar pertenecen a él, simplemente por haber nacido en ese sistema, hayan hecho lo que hayan hecho.

Lo más fácil es excluir, especialmente lo que no nos gusta mirar o admitir. Sin embargo, la ley sistémica de pertenencia contiene un movimiento de inclusión de la diferencia, que implica que todas las personas del sistema tienen el mismo derecho a pertenecer.

Esta pertenencia es grande si es adulta, de lo contrario hablamos de conciencia moral: incluimos a los de nuestro clan, excluimos al resto, que son «el enemigo». 

A cada persona le ha tocado un rol en la vida, y algunos roles son despreciados. Si recordáis cuando hablábamos del camarero Moustache, de la película «Irma la dulce«, los diferentes roles se relacionan de manera que el sistema está en equilibrio, por desagradable que nos pueda parecer la conducta de muchos de ellos (o de todos, todos al final acaban implicados en un juego paralelo a las normas pero que tiene otras normas que todos aceptan). Es Patou, con la mejor de las intenciones, el que trata de estar por encima de ese sistema diciendo cómo deberían ser las cosas.

Pertenecemos a muchos sistemas

La dirección de la vida es hacia delante, los sistemas se van equilibrando y compensando, todos en relación. Pertenecemos a muchos sistemas, no solo el familiar: las empresas, los países, las organizaciones internacionales… 

La ley de pertenencia es una de las fuerzas del amor que trabajaremos en el próximo curso que imparto como aspirante a formadora homologada en las nuevas constelaciones familiares, tutelado por Insconsfa. Este curso es válido para la formación como Especialista en constelaciones familiares. 

Esta formación está abierta a tod@s, es una gran oportunidad para soltar resistencias y tomar la decisión consciente de estar aquí y disfrutarlo.

Cartel del curso online Las fuerzas del amor, 12 y 13 de diciembre.

2 respuestas a “La ley de pertenencia

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