Una de mis profesiones más admiradas es la de camarero. Lo he contado alguna vez en este blog, e incluso hay un camarero de ficción al que le hemos dedicado unas palabras: el camarero Moustache.
Pues bien, otra de mis profesiones admiradas es la de actor, actriz. Cuanto más la conozco, más la admiro. Recientemente, en mi escuela, Arteluna Teatro, hemos representado una versión acortada de La venganza de don Mendo. Hemos actuado dos veces, una en el pueblo de mi abuela y otra en el teatro de Tres Cantos. Pues bien, la paliza en el cuerpo que se nos ha quedado a tod@s es para conocerla. Con solo 2 representaciones separadas por 5 días hemos acabado agotados, y eso que los actores y actrices de teatro hacen la misma obra todos los días, a veces en dos sesiones. Cierto es que nuestra media de edad supera los 50, pero hay que ver a Lola Herrera o José Sacristán solos en el escenario para darnos cuenta de que la edad no es una excusa.

Recuerdo que hubo un concurso en Antena 3 (El gran test de inteligencia) hace como 20 años en el que distintas profesiones competían en grupo para averiguar cuál tenía el cociente intelectual más alto. Y ganaron los actores. Vamos a investigar por qué, centrándonos en lo que caracteriza al actor de teatro.
Las habilidades del actor
Un actor memoriza textos muy largos, en verso o en prosa, y los dice (declama) de forma natural. Pero no los dice como si le diera al botón de Play, los dice en respuesta a las últimas palabras que dice otro actor (pie). De manera que el actor conoce su texto y el texto ajeno, al menos en sus finales.
Un actor, como vemos, está pendiente de lo que dicen sus compañeros en escena. Practica la escucha activa y se entrena para ello. Ya hemos visto algunas veces en este blog que la escucha activa alcanza sus niveles más altos en la improvisación, porque el texto no está dado, por tanto, no se sabe cuáles van a ser las últimas palabras del compañero.
Un actor improvisa. Incluso si tiene un texto memorizado y entrenado en innumerables ensayos, puede ocurrir que su compañero no le diga el texto que le da pie a hablar, o que surja cualquier imprevisto de última hora, en escena o antes de salir, que haga que se tenga que adaptar. Por tanto, otra de sus habilidades es adaptarse a la situación que está viviendo, totalmente centrado en el aquí y en el ahora y en estado de flujo. El actor dice sí sin saber a qué; a ciegas.
Un actor representa un personaje. Actor y personaje pueden confundirse cuando no se conoce el mundillo de las candilejas, pero claro, no son lo mismo. De manera que Paula, actriz, puede estar con dolor de muelas, de tripa o con una gran tristeza porque tiene un familiar hospitalizado, y Coqueta, personaje, estará sonriendo y saltando por el escenario si el personaje lo requiere. Esto pide del actor una alta capacidad para dejar de lado sus problemas personales y entrar de lleno en la obra que está representando.
Un actor es hiperconsciente de lo que está ocurriendo, como lo es un profesor en clase, por ejemplo. Así, sus sentidos agudizados perciben las toses, los murmullos y los móviles en el público, las equivocaciones de los compañeros, los fallos en la iluminación o en la entrada de una música… Al mismo tiempo, está completamente preparado para salir adelante como si esos fallos no existiesen, o para reconocerlos con dignidad, por ejemplo: «Huy, se me ha caído esto». De manera que puede llevar el traje rasgado y sujeto con imperdibles, puede faltarle un elemento que tiene que usar en la siguiente escena, puede haber percibido que el espacio en el que actúa tiene muy mala acústica… y sale adelante con todo. El actor vive el presente con confianza.
Un actor en escena está viviendo, por tanto, dos vidas a la vez: la suya propia, por debajo, con su dolor de muelas o su dificultad con el traje, y la del personaje, por fuera, mostrando unas emociones acordes al texto y a la situación. ¿Las emociones del personaje son vividas por el actor? Se sabe que en algunos métodos de actuación es así, y se ha demostrado que esto es una montaña rusa emocional para el actor, lo que acaba pasando factura. Así, es más recomendable mostrar emociones sin adentrarse hasta el fondo en ellas. Y, una vez más, es algo que se puede entrenar.
Un actor está en forma. Sean cuales sean sus capacidades físicas y su edad, el actor permanece de pie en escena durante el transcurso de la obra, cuando no le toca hacer diversos despliegues físicos. Los más habituales son tener que agacharse, arrodillarse, caer al suelo como muerto o tirarse. Aquí, contaré una anécdota. Formé parte del coro de jóvenes de Tebas en el montaje de Antígona de David Gaitán. Curiosamente, a la convocatoria fuimos solo chicas. Algunas de nosotras, no obstante, no éramos jóvenes, precisamente. Estuvimos ensayando unas tres horas. En la escena final, entrábamos por las puertas, recorríamos el pasillo del público y subíamos al escenario. En él, subíamos a una estructura y ahí dábamos un paso adelante con decisión, golpeando el suelo con el pie. Pues bien, solo del ensayo, las que no éramos jóvenes acabamos agotadas. Al día siguiente teníamos agujetas. De manera que, hasta un papel que en escena se ve unos segundos y sin ningún protagonismo, exige una cierta capacidad física.
A un actor hay que oírle y entenderle desde la última fila. Para ello, tendrá que saber proyectar la voz muy lejos, elevarla lo necesario sin gritar. La voz también se entrena, tanto en la emisión del sonido como en la vocalización de las palabras. El actor hace los mismos ejercicios de voz que un locutor o que un cantante, pero la proyección de la voz en escena, sobre todo en espacios con mala acústica, es crucial en su caso. Esto también requiere de un entrenamiento.
Como ves, actuar es una profesión dura. La persona que actúa es versátil, y parece ser que todas las capacidades que requiere le llevan a tener un alto nivel intelectual, como se vio en aquel concurso de televisión. Por eso, es una profesión que admiro.
Por cierto, fue en uno de los episodios nacionales de Galdós donde encontré la palabra histrión. Siempre se asocia histriónico a exagerado, pero histrión significa actor teatral.