La letra con sangre entra

Desde hace tiempo, he observado el ensañamiento que producen las discusiones sobre la corrección en la escritura, la ira quizá desmedida que produce la visión de faltas de ortografía. Como es algo que me ha pasado a mí también, me pregunto qué hay detrás.

Buena parte de mi trabajo con contenidos incluye la revisión ortotipográfica. A lo largo de los años, he pasado por varias fases:

  1. La postura de ensañamiento con los que cometían estos errores: sí, yo era uno de ellos/as.
  2. El enfrentamiento con otras formas de corrección: es la mejor forma de darse cuenta de que no se está en posesión de la verdad.
  3. La aceptación de que existen varias formas de tratar un texto y de que todas ellas son correctas.
  4. La aceptación incluso de que hay personas que cometen errores y aun así, merecen mucho la pena como personas, porque estos errores son despreciables en relación a su grandeza como seres humanos.

Así, ahora soy capaz de hablarme con personas que escriben:

Haber si nos vemos.

1. El ensañamiento

Hace no demasiado tiempo podría haber escrito uno de estos tuits, y puedo comprenderlos:

Han corrido ríos de tinta sobre la eliminación de la tilde de la palabra solo. Los que hacemos mi trabajo, hemos tenido discusiones con los clientes que prefieren mantener la tilde, a pesar de que oficialmente se eliminó en 2010. Puedes comprobarlo en el corrector de ortografía de MyStilus.

Claro que, si los propios académicos de la RAE la siguen utilizando, poco podemos decir los redactores de a pie.

Tengo que decir que, por lo que he observado, la asociación de inteligencia o de cultura con ortografía no siempre se cumple. Por ejemplo, conozco casos cercanos de personas que leen y cometen faltas de ortografía; también de lo contrario.

Sea como fuere, a mí me sigue llamando la atención la desproporción de la ira que provoca el asunto.

2. El enfrentamiento

Cuando he dado con la horma de mi zapato, esto es, cuando me han corregido por el uso de expresiones o me han cambiado comas, yo también he reaccionado con ira desproporcionada. ¿Corregirme a mí? Hay detrás un sentimiento como de «perfección» y superioridad. También parecen verse heridos los valores y creencias más fundamentales del individuo.

Por ejemplo, yo utilizo habitualmente la expresión «aterrizar las ideas», pero parece ser que no es muy correcta.

Otra cosa que hago es poner comas separando frases complejas que están unidas por una conjunción, por ejemplo:

Fueron al campo a pasar el día y comer tortilla, y después se fueron a echarse la siesta.

Otra cosa que hago es distinguir un inciso de una información relevante. Si es relevante, no la acoto entre comas.

3. La aceptación

El tema es el siguiente: cada uno de nosotros/as aprendió unas normas distintas. Mi abuelo paterno era catedrático de Filología Hispánica, por lo que mi padre conoce muy bien las normas y nos las ha transmitido. Se reciben por tanto informaciones tanto del colegio como de la familia de cómo hablar y escribir. Lo malo es que las normas que se aprendieron van cambiando y lo que era correcto deja de serlo.

Un ejemplo: el dequeísmo. En mi época de estudiante se hacía mucho hincapié en evitar el dequeísmo, porque muchas personas decían cosas como:

El pescadero me dijo de que no le quedaban gallos.

Algo así, porque esto casi ha desaparecido y no lo recuerdo bien. En cambio, en mi época era correcto decir:

Le advertimos de que está prohibido estacionar en esa zona.

Actualmente, para evitar el dequeísmo, lo que se hace es evitar todas las formas «de que», incluso las correctas.

Algo que se suele olvidar es que las normas de la lengua son, en un primer momento, arbitrarias. Los nombres que se utilizan no se corresponden con los objetos que denotan, la formación de estructuras oracionales es distinta en cada idioma, la Lengua está viva y va cambiando, palabras que eran incorrectas se incorporan al diccionario, etc.

Si se acepta la propia Lengua como algo cambiante, variable y ajustable, como algo que se actualiza entre todos sus hablantes cada vez que se utiliza, es posible que se deje de sentir tanta ira cuando se cometen esos pequeños pecadillos que son las faltas de ortografía.

Además, la Lengua española se habla en muchos lugares del mundo, en los que las normas son diferentes.

Hace poco, mi hermano me llamó para que le confirmase a su pareja argentina que en España la c con la e se dice «ze» y no «se». Ellos estudian en el colegio que la c con la e se dice «se», y les es inconcebible otra pronunciación. Ella me preguntó varias veces:

¿De verdad que ustedes en el colegio aprenden a decir la c con la e como «ze»? ¿De verdad estudian eso?

Gracias a la Lengua

No habríamos alcanzado estos niveles de sofisticación en el pensamiento sin tener una Lengua rica que utilizar. Nos sería más difícil relacionarnos si esta Lengua no tuviese unas normas. Es de agradecer que se haya mantenido, cuidado y también actualizado a lo largo de los siglos.

Solo hay que recordar que quizá no sea tan grave escribir con ciertos fallos. Fallar es humano y nos hace más humildes.

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