La situación actual nos invita a permanecer el máximo tiempo posible con «los convivientes».
Me gustaría analizar esto. Tengo la sensación de que este consejo se limita a la versión ideal de la familia nuclear. Así, los convivientes son los padres y sus hijos y son felices conviviendo juntos.
Permanezca el máximo tiempo con nadie
Desde hace años, el concepto de familia se ha abierto y ha incorporado muchas otras realidades, tal vez más frecuentes:
- Una persona que vive sola.
- Una persona divorciada que vive con sus hijos una parte del tiempo.
- Una persona que tiene pareja de hecho, pero no vive con ella.
- Una persona mayor sola.
- Una persona mayor en una residencia, rodeada de «convivientes» pero no de familiares cercanos.
En estos casos, los convivientes son en el mejor de los casos los hijos, y en la mayoría, nadie. No hay convivientes. De manera que la situación de prevención nos plantea «permanecer con nadie».
Hay una mujer de 104 años en una residencia que pide ver a sus hijos. ¿Qué sentido tiene que permanezca encerrada «a salvo» con esa edad? Esta mujer debió de nacer en 1916, ya lo ha visto todo. Está claro que ella prefiere estar con sus seres queridos el tiempo que le queda.
Permanezca el máximo tiempo con los que no soporta
Otra situación no contemplada es que haya convivientes y la persona necesite dejar de verlos por periodos más o menos largos a lo largo del día. Estos convivientes pueden ser sus familiares, pero también pueden ser compañer@s de piso a los que no se siente especialmente unida.
Muchas personas en esta situación pueden desear intercambiarse por esas otras personas que viven solas o que solo están con sus hijos en casa, mientras su pareja está en otra.
En la situación anterior a la pandemia, podían:
- Volver mucho más tarde del trabajo.
- Salir a tomar algo con amig@s.
- Salir, precisamente, para ver a sus familiares.
- Tener todo tipo de actividades en el exterior: gimnasio, bici, correr, baile, teatro…
La situación actual, no de confinamiento pero sí de restricciones, pone a prueba los lazos familiares y las relaciones con simples compañer@s de piso… o de residencia. Esto obliga a hacer un trabajo de aceptación de las personas con las que se convive.
La mirada a todos
Creo que en las medidas que se toman se puede incluir la mirada a todos, a los que conviven y a los que no conviven. Dentro de la mirada a los que conviven, incluir a quienes conviven con personas con las que comparten el espacio, pero no los vínculos de afecto. Dentro de la mirada a los que no conviven, incluir las casuísticas más complejas hoy en día, en que las personas de apego no comparten casa pero sí tienen una vida en común.
Mientras esto sucede, mientras se cae en la cuenta, quienes escuchan la frase «permanecer con los convivientes» con una mezcla de resignación y amargura, podemos trabajar para tomar esta situación de otra manera.
La situación es la que es. La persona está con nadie o está con los que no soporta o está con los que no conoce. Por tanto, el asentir a su situación es el primer paso para llevarla mejor.
Además, una vez se abraza la situación que se tenga, se pueden encontrar ventajas y formas de vivirla de manera activa y con confianza, en lugar de vivir de forma reactiva o pasiva.
Y ahora un poquito de humor
Estaría gracioso que se nos diese a elegir si queremos cambiar nuestra situación durante la pandemia, como en un juego. ¿Te imaginas? Estas serían las condiciones:
- Puedes cambiar solo una vez, es decir, una vez elijas tu nueva situación, debes permanecer en ella hasta el fin de las restricciones (duren lo que duren).
- Tienes que cambiar ahora. No vale con tratar de cambiar cuando las cosas se compliquen más, sino que tu elección ha de ser previa a la situación más restrictiva que se nos presente.
- Los nuevos convivientes, si los hay, deben estar de acuerdo con el cambio: también te tienen que elegir para convivir.
- La elección de la soledad prima: si no hay nuevos convivientes porque eliges la soledad, los antiguos convivientes pueden a su vez buscar otros convivientes, pero no te pueden elegir a ti.
Con estas reglas del juego, ¿cambiarías de situación? Me gustaría conocer tu respuesta.
Como siempre, agradezco enormemente que leas lo que escribo, gracias a vosotr@s, lectores y lectoras, seguimos al pie del cañón 12 años después. 🙂