¿Esto nos hará cambiar?

Esta semana estoy observando un cambio de tendencia en las comunicaciones por WhatsApp. Diría que, en todos los grupos que tengo, la comunicación ha disminuido considerablemente. Incluso algunas personas han manifestado su deseo de estar apartados del móvil por un tiempo. Quizá se deba a que estamos más habituados al confinamiento, con lo que la ansiedad es menor.

Por otro lado, observo que la gran oportunidad de cambio que trae esta situación excepcional puede que no se aproveche tal como lo esperamos. Me refiero a todo lo relativo a la utilización de Internet para trabajar y estudiar.

Trabajar desde casa

Me llama la atención seguir leyendo ofertas de empleo del sector e-learning, es decir, un sector que se dedica a producir cursos 100% online, en las que se especifica que el trabajo se desarrollará desde sus oficinas en la ciudad X con el horario tal y cual.

Poco estamos aprendiendo de grandes empresas como Articulate, creadora del mejor software para desarrollo de cursos online, que trabajan a distancia desde el día 1.

He trabajado varias veces en equipos internacionales. Trabajo para Articulate desde 2017, y nunca he oído la voz de ningún compañero o supervisor. Porque no ha sido necesario (esto no significa que no sea deseable). Contactaron conmigo por email y después gestionamos los proyectos a través de Trello. El trabajo está perfectamente organizado, no hay duplicidad de tareas y cada un@ sabe qué tiene que hacer. Por supuesto, no ha sido necesario verse en persona, algo que, cuando era posible, se solía hacer «para ponernos cara» (y perder de 2 a 3 horas incluyendo transporte para mantener una reunión de ponerse cara).

Lo más importante no es ya haber avanzado en formas de organización del trabajo más eficientes, como los métodos ágiles, sino que un sistema de trabajo remoto se basa en la confianza. Voy a repetir esto porque creo que es fundamental:

Un sistema de teletrabajo se basa en la confianza en los profesionales.

Si los supervisores/coordinadores no se fían de los profesionales que colaboran con ell@s, establecerán sistemas de supervisión del tipo:

  • Recordatorios constantes de que hay que fichar.
  • Chat/llamadas constantes para comprobar que la persona está encadenada a su silla y no se levanta bajo ningún concepto.
  • Exceso de supervisión, ahogando la poca autonomía que podría mostrar el profesional.
  • Duplicidad de tareas, haciendo que el profesional acabe por no saber a qué atenerse.

Esta forma de trabajo se basa en un espejismo: creer que nada ha cambiado y que tenemos que seguir con los sistemas de organización obsoletos de la Primera Revolución Industrial, pero a través del ordenador.

Tengo la sensación de que, cuando se haya vuelto a la normalidad, también se habrá dejado atrás el enorme espacio de innovación, apertura y creatividad que se ha abierto ahora, recordando los tiempos del teletrabajo como algo molesto, incómodo y, sobre todo, temporal.

Aprender desde casa

En este apartado me voy a limitar a hablar de lo que conozco bien, que es la producción de cursos online para profesionales.

Cabía esperar un aumento de la demanda de formación online en esta situación extraordinaria. Y este aumento se ha dado. Sin embargo, mi sensación es que se están consumiendo cursos que ya existían y que se están produciendo muy pocos cursos nuevos. Está bien reutilizar lo que ya se había hecho, pero el sector no está creciendo ni, lo que es más importante, cambiando.

Ya decía en el post anterior que las personas preferimos las experiencias síncronas, no solo de aprendizaje, sino de cualquier tipo. Es decir, preferimos interactuar, intervenir, dialogar con el formador/a y los compañeros, recibir comentarios sobre lo que hacemos, etc. También preferimos interactuar con los expert@s, queremos que los tutores de los cursos sean formadores que conocen la materia y poder tener un debate interesante, quizá por grupos de trabajo.

Al igual que con la incomodidad del trabajo desde casa, me parece que la formación mediante sesiones en vivo se vive como otra incomodidad, a caballo entre la formación online y la formación presencial, en la que, «como no podemos vernos en un aula», «tenemos que» usar estos sistemas que nos son extraños.

De esta manera, se hace poca investigación de lo que funciona en los talleres en vivo y en línea. Lo que he detectado es que el ponente se pone a hablar, manteniendo una misma diapositiva durante varios minutos, y al poco rato, su tono monótono y el hecho de que nada cambia en la imagen hace que busquemos cualquier otro estímulo más motivador.

A diferencia de lo que ocurre en una clase, el no tener al formador/a delante hace que la experiencia sea automáticamente menos atractiva, por lo que es necesario introducir dinámicas, foros, trabajos de grupo, herramientas colaborativas, encuestas/votaciones… y huir de la idea de que una clase consiste en que una persona habla mucho y otras escuchan mucho, poco o nada.

De lo que tenemos ganas

Uso aquí el plural mayestático…

Una chica da un salto en una playa, ella está muy alegre, sonríe

Iñaki Gabiondo entrevistó a José María Álvarez-Pallete en su programa en Cero de Movistar que lleva el esperanzador título Volver para ser otros.

El presidente de Telefónica lanzó el mensaje que lleva ya unos años asociado a la marca:

La vida digital es la vida.

En efecto, gracias a la gran capacidad de las telecomunicaciones en España estamos pudiendo hacer muchas cosas que no habrían sido posibles hace un siglo:

  • Comunicarnos a diario con nuestros familiares y amigos.
  • Seguir trabajando, acceder a los sistemas de la organización, poder mantener reuniones con varias personas, incluso viendo sus caras.
  • Acceder a nuestras cuentas bancarias y hacer gestiones.
  • Presentar la declaración de la renta y similares.
  • Escuchar música y a músicos que crean piezas y nos las ofrecen en streaming.

Sin embargo, siento no poder estar de acuerdo con que la vida digital es la vida. Al contrario, creo que muchas personas estamos deseando que termine todo esto para volver a la vida tangible, analógica, en la que abrazos, olores, momentos, el sol en la piel, lo frío de la cerveza en el bar, la inmensidad de un paisaje… nos «comuniquen información» que desde luego no es digital ni tenemos ningún interés en que lo sea.

Y a la vuelta… ¿puedo seguir teletrabajando?

Otra de las personas que entrevistó Gabilondo en su programa es Pedro Alonso, director de la OMS en el Programa global de la malaria. Pedro Alonso comentó que era escéptico con respecto a un cambio de mentalidad o de hábitos cuando todo esto pase. Explicó cómo en otras ocasiones, tras emergencias muy importantes similares, se había vuelto a la «normalidad», es decir, a más de lo mismo de antes.

No estamos afirmando que vayamos a encontrar el mundo como estaba, como si nos hubiéramos ido de vacaciones. Es evidente que no. Y precisamente por esto, por la gran oportunidad que supone haber parado y haber podido contemplar y contemplarse, me parece interesante agarrar lo que se ha transformado, asirlo con fuerza, y no soltarlo.

Así, una persona que ha observado que prefiere el teletrabajo, tendría que poder teletrabajar, ya que se ha demostrado en este «periodo de prueba» tan extraordinario, que es posible.

Y una empresa de formación, sea presencial o en línea, tiene que poder seguir adentrándose en el interesante mundo de los vídeos en streaming y los webinar, en lugar de «volver atrás» hacia lo ya conocido.


Este es el reto, esta es la oportunidad. Me gustaría conocer vuestra opinión: ¿estáis teletrabajando? ¿Estáis haciendo cursos online? ¿Qué os parecen? Gracias por leer y por comentar 😉

2 respuestas a “¿Esto nos hará cambiar?

  1. Lourdes

    Hola Belén, actualmente estoy teletrabajando, algo a lo que nunca me había enfrentado y aunque parece todo ventajas para conciliar con la vida familiar, pues en cierta manera si es así y más si tienes niños pequeños, pero a la hora de desconectar lo veo más complicado, ya que en casa difícilmente se evade uno de la oficina, ya que ves tus instrumentos de trabajo y te recuerdan si has tenido un día complicado, en cambio cuando acudes a la oficina solo tienes que salir por la puerta y queda atrás hasta el día siguiente, viendo tu casa como un lugar de refugio, donde acudes a relajarte dejando de lado las tensiones de la vida laboral.

    • belencasado

      Hola Lourdes, muchas gracias por tu comentario. Es verdad que este aspecto no suele tenerse en cuenta. Estamos observando que los hogares no están preparados tampoco para el teletrabajo, puesto que es difícil disponer de un espacio aparte que lo haga posible, o incluso de un ordenador que tenga el trabajo como uso exclusivo. Muchos hogares tienen un ordenador familiar… o ninguno. Y desde luego, el aspecto de desconectar es crucial, ver todo el rato «la oficina» no es agradable. Desde mi punto de vista, llevando ya 4 años trabajando en remoto, llega un momento que dejas de ver los instrumentos de trabajo, la mente los ignora hasta el día siguiente…

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