En el anterior post analizábamos qué hace que un texto sea literario. Ahora reflexionamos sobre qué hace que un poeta sea bueno.
La respuesta corta: su especial voz poética. Ya veíamos con Ana María Matute cuán única puede ser una voz al elegir metáforas e imágenes excepcionales.
¿Un poeta no puede evitar serlo?
Lo cierto es que no solo los poetas, sino todos los seres humanos tenemos la peculiaridad de disfrutar al imitar el mundo, y al ver a otros imitarlo. Con ello, ensanchamos nuestro universo.
Además, a través del lenguaje buscamos persuadir a otros, tengamos mayor o menor capacidad retórica.
Puede que el poeta sea un «maniacos», como defendía Platón, un loco que entra en trance por el aliento divino. Entonces, ¿el poeta nace o se hace? Y si nace, ¿es legítimo enseñar a escribir? Aquí estamos planteando la disyuntiva ingenium vs. ars, es decir, si el poeta no puede evitar serlo por su ingenio innato o bien si es un artesano que ha aprendido unas técnicas.
El poeta sublime, el de la especial voz poética, desautomatiza la percepción de la realidad. Un ejemplo:
Claros y brillantes, [sus ojos] parecían, a veces, sobrevelados por un ave negra que dejase caer su sombra, errando en un círculo extraño, hasta resbalar al fondo de sus pupilas.
En este fragmento de Luciérnagas de Ana María Matute vemos cómo nos muestra una realidad que no es automática, como ya lo es decir «sus ojos se oscurecieron», «sus ojos se entristecieron», «tenía expresión de preocupación», etc. Creemos que «sobrevelados» no es una errata, sino un juego de palabras entre el ave sobrevolando la mirada y velándola al tiempo.
¿Esto es imaginación o fantasía?
Veamos las dos fuentes del imaginario según Coleridge:
- La imaginación como facultad no racional y que produce las pulsiones del ser más profundo. Se observa que las imágenes que generamos son muy parecidas entre individuos, por ejemplo, asociar la luz con la alegría.
- La fantasía como combinación consciente y racional de símbolos a través de metáforas. Esto es lo que logra desautomatizar el poeta sublime, así que en este caso estamos hablando de un ejercicio deliberado.