El método KonMari un año después

Llevo un tiempo queriendo contar cómo me fue con el método KonMari que comencé el año pasado por estas fechas.

La lectura del libro Las cosas, de Georges Perec, me ha recordado este proceso y me he animado a contaros que, en realidad, no pude acabarlo, porque «las cosas» tienen vida propia y han decidido quedarse.

Portada del libro Las cosas, de Georges Perec

Si recuerdas, el criterio del método KonMari era el siguiente:

Quédate lo que te hace feliz.

Esta máxima se ha encontrado en mi caso con varios problemas:

Problemas de armario

Lo cierto es que, si realmente solo te quedas con la ropa que te hace feliz, no puedes ir al trabajo. Quien dice trabajo, dice a ver a un cliente estratégico, o a una feria empresarial, etc. En mi caso concreto, que tiendo a priorizar la comodidad de la ropa sobre su aspecto, he descartado en el cubo de Cáritas un montón de ropa en perfectas condiciones para ir a todos estos sitios mencionados, si bien no exactamente cómoda.

Por otro lado, si te deshaces de la ropa que no te hace feliz, pronto vas a necesitar hacer un gasto muy grande en nueva ropa que quizá tampoco te haga feliz, sino que te hace falta.

Además, pienso que con la ropa pasa algo parecido a lo que ocurre con el eslabón más débil de una cadena: la prenda más raída, esa que solo llevas en casa o para pasear al perro de noche, es la que define la calidad de tu ropero… Y lo mismo, si te deshaces de esas prendas, sustituirlas requiere un gasto no esperado.

Los protagonistas de Las cosas (escrita y ambientada en los 60) sueñan con ropa de mucha calidad, con tener varios zapatos, con ser ricos… sin hacer nada para lograrlo porque lo ven como un sueño imposible. Ellos también tienen problemas de armario.

Problemas de apego hacia los objetos

En el primer capítulo de Las cosas, Perec nos introduce en un hogar para ricos, en cómo sería ese hogar para Sylvie y Jérôme, los protagonistas siempre borrosos, como vistos de lejos, de la novela. El hogar para ricos, sin duda, está lleno de cosas. Son cosas vistosas, bellas y de mucho valor. Y es que la primera frase lo dice todo:

Les habría gustado ser ricos.

Ya es algo imposible, es la tercera condicional, la de «Si hubiera… habría…», la que no tiene vuelta atrás.

Pues bien, en mi caso lo que descubrí es que, tanto los libros que no pensaba volver a leer como los objetos de adorno que en su día no eran más que baratijas, se resistían a irse porque habían adquirido un valor, el que les atribuían los años. Los años habían convertido a estos objetos en cosas valiosas, en compañeros de piso, en un apéndice irrenunciable. De alguna manera, el valor que adquieren es como un «peso» (se nota mucho en las mudanzas, por cierto), pero no es intercambiable por dinero: es como si todos estos objetos y libros, si salen por la puerta, se fuesen a deshacer en polvo.

Era casi de rigor desear siempre más

Esta es otra de las frases de Las cosas, y una frase que quizá defina cada vez más nuestras vidas. Cuando las cosas son efímeras porque están fabricadas para serlo, resulta que conseguir renovarlas con cierto ritmo es lo que diferencia a los ricos de los pobres. La conservación de las cosas de calidad ya no distingue una buena vida, sino la renovación constante hacia el último modelo, la moda de esta semana, la moda del año que viene por estas fechas.

En este estado de la realidad, quizá no cuente tanto deshacerte de lo que no te hace feliz como extraer felicidad de esa constante renovación que es casi imposible de evitar. La alegría ya no se deriva de estar rodeado de objetos que te hacen sentir feliz, sino más bien de poder sustituir estos objetos…


¿Cómo lo ves tú? ¿Dedicas tiempo y dinero a la renovación constante de «las cosas» que posees? ¿Crees que esto debería cambiar? Me encantaría continuar la conversación en los comentarios. ¿Qué preguntas o reflexiones te surgieron mientras leías este post?

Como siempre, agradezco profundamente a mis lectores que se tomen el tiempo para leer el blog y unirse a la reflexión.

Si quieres saber más del método KonMari, lee este post.

5 respuestas a “El método KonMari un año después

  1. myperfectlifestyleforyou

    Muy buenas reflexiones! Desde luego hay que aclarar este aspecto del método KonMari, que de algunas cosas lo que nos hace felices es el servicio que nos dan. En el libro esto se discute en el capítulo que habla sobre las herramientas (como el martillo por ejemplo). La misma Marie Kondo tuvo en su día este problema cuando tiró herramientas que después le hicieron falta. Desde luego hay que tener un poco de cuidado con esto. Personalmente tampoco comparto la idea de tirar todos los papeles. ¡Excelente tu post! ¡Un saludo!

    • belencasado

      ¡Muchas gracias! He visto tu artículo sobre el método en tu blog y lo he añadido abajo en este, porque quien quiera enterarse de más detalles puede encontrar en él un resumen estupendo. Interesante tu apunte, es importante tenerlo en cuenta. 🙂

  2. LobaSolitaria

    Yo empecé con el método en el armario y al principio me iba de lujo, ahora ya no tanto. Así que no lo he aplicado al resto de la casa, la verdad.

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