Del revés, del derecho

Hoy os hablo de Del revés 2, la última producción de Pixar. Si quieres una información sobre emociones muy trabajada y bien documentada, accede a esta entrada sobre qué son las emociones y cómo influyen en el logro de metas. Pero si te apetece divertirte y no te importa sacrificar un poco de exactitud por un mucho de diversión, en Del revés 2 verás reflejadas las emociones de otra manera.

Al margen de esto, lo que me motiva a mencionar esta película es el estudio que hay detrás: Pixar. La gestión de proyectos de esta empresa es ejemplar. Tanto, que Bent Flyvbjerg la menciona en Cómo hacer grandes cosas como ejemplo continuo de cómo se gestiona un proyecto con éxito.

¿Qué tienen de especial los proyectos de Pixar?

Pixar comenzó siendo un estudio pequeño que quería hacer películas de animación en 3D. Son los que realizaron la primera película de animación por ordenador del mundo, Toy Story. Su forma de trabajar permite ver a qué se debe su éxito. Antes de arrancar cualquier proyecto, se permite a los directores que dediquen meses a dar con una buena idea para una película.

Después, siguen estos pasos:

  1. Crear un esquema de unas doce páginas que desarrolla el argumento de la idea principal. Esta descripción de lo que ocurre, cuándo y dónde se pasa a distintos perfiles para que la lean. El director creará una nueva versión a partir de estos comentarios.
  2. Escribir un borrador del guion, de ciento veinte páginas. Este guion también se pasa a directores, guionistas, ilustradores y ejecutivos y también es revisado.
  3. A partir del guion contrastado, se crea un storyboard detallado (un dibujo cada 2 segundos de película) que se pasa a vídeo. Se añade locución no profesional y algunos efectos de sonido. De nuevo, distintos perfiles visualizarán el vídeo y darán sus comentarios. Por otro lado, un equipo más experimentado dará también su feedback. Todo este análisis permite seleccionar aquello que funciona y, sobre todo, desechar lo que no, mucho antes de producir de verdad la película. El coste es bastante menor, aunque el tiempo dedicado a estas primeras fases parezca demasiado.
  4. Se crea una segunda versión del vídeo basado en el storyboard y se vuelve a mostrar.
  5. El proceso se itera hasta ocho veces. Los cambios en las dos primeras veces son sustanciales, y después van disminuyendo. Así, el resultado final es un producto altamente probado, mejorado y validado.

Con este proceso se han creado películas como Ratatouille, Del revés (Inside Out), WALL·E, o Monstruos, S.A., entre otras muchas.

Un momento… ¿iterar 8 veces?

Sí. En cambio, la forma de trabajar en la que todo tiene un plazo demasiado cercano y en la que sistemáticamente se dejan de lado las fases de planificación y estructuración, tiene una clara desventaja: en la fase de ejecución se descubre tooooodo aquello que no se tuvo en cuenta, que es muchísimo, incluido en bastantes ocasiones el público destinatario del producto.

Lo barato es caro.

Quizá repetir el mismo proceso 8 veces parezca prohibitivo, pero cuando no se hace, los proyectos acaban resultando cargantes a quien los crea, al cliente y al destinatario final. Y, sobre todo, acaban siendo más caros, mucho más, de lo que habrían sido de respetar las primeras fases. Ocurre que el exceso de coste se lo suele comer quien crea el proyecto, no el cliente, por lo que se sacrifica el posible margen que supuestamente iba a dar el proyecto con una ejecución «rapidísima».


Volvamos a Pixar. Del revés 2 te puede gustar más o menos, te puede parecer, como a mí, que no alcanza el nivel de la primera parte. Pero es indudable que puedes percibir todo el trabajo que hay detrás, cómo se ha cuidado cada detalle, cómo se han documentado, trabajando después esos personajes nuevos que representen las nuevas emociones de la niña.

Sólo con quedarse a ver los títulos de crédito, se puede constatar la cantidad de profesionales que han contribuido al producto final.

¿Qué son las emociones y cómo influyen en el logro de tus metas?

Las emociones son mecanismos de defensa instalados en el sistema límbico, con el objetivo de asegurar la supervivencia y el bienestar.

El sistema límbico es el llamado cerebro animal, compuesto entre otros del hipotálamo y la amígdala, y común a los mamíferos.

De forma sencilla, a cada emoción le corresponde un estado físico. Así, las emociones las siente el cuerpo y después se razonan, cuando la información llega al cerebro consciente. Esta información vuelve al sistema límbico y la intensidad de la emoción se intensifica o se apaga.

En otras palabras, en el principio de la emoción está la acción, es decir, la respuesta ante el estímulo. Todos los seres vivos tratan de preservarse.

Cuando sentimos una emoción, lidiamos con ella de tres posibles formas ancestrales:

  • Huida.
  • Enfrentamiento.
  • Bloqueo.

¿Qué son las emociones primarias o auténticas?

Las emociones primarias se reconocen de forma universal tan sólo por los gestos que las acompañan, como ya apuntó Charles Darwin. Incluso, como comenta Antonio Damasio, se reconocen en especies no humanas. Son:

Foto de Domingo Alvarez E en Unsplash.
  • La alegría
  • El miedo
  • La tristeza
  • La ira
  • El asco
  • La sorpresa

¿Qué emociones son secundarias o no auténticas?

Son aquellos sentimientos que se experimentan con la misma intensidad que una emoción primaria, pero que no responden a la situación presente ni la resuelven. Siguiendo el análisis transaccional, se llaman sentimientos parásitos.

El sentimiento parásito es tu «sentimiento malo favorito»: esa emoción que aparece cada vez que surgen dificultades, como si tuviéramos preferencia por experimentarlo. Y es el que se fijó en nuestra infancia. Es probable que viésemos a nuestros progenitores reaccionando de la misma manera. Es más: si respondíamos de forma diferente, nuestra reacción o emoción no era premiada, más bien era ignorada.

Las familias suelen tener emociones prohibidas y emociones alentadas. Se suele premiar una «emoción incómoda» y se suelen dejar de lado las emociones genuinas, las que realmente permiten solucionar problemas. Por ejemplo, en una familia puede estar prohibida la alegría. O puede estar prohibida la tristeza. O bien, los hombres de la familia deben mostrar mucha ira, pero las mujeres deben permanecer con una sonrisa y la mente en blanco.

Por ejemplo, Vanesa se pone a la cola para esperar al autobús. De pronto, una señora con un carro se cuela varios puestos. Su primera reacción es la ira, pero enseguida la tapa con una sonrisa y dejando la mente en blanco. Puede que sonría a la señora que le había provocado la emoción genuina de la ira.

Tener sentimientos parásitos nos hace avanzar en nuestro guion de vida, justificando decisiones que nos llevan a donde no queremos ir.

¿Qué diferencia hay entre emociones y sentimientos?

Las emociones son los mecanismos biológicos de defensa que acabamos de ver. Los sentimientos son mezcla de emociones, normalmente secundarias, y pensamientos, que dan lugar a una miríada de sensaciones, como: celos, frustración, melancolía, sensación de vacío, angustia, rechazo…

Según afirma Hendrie Weisinger, nuestros pensamientos, además de nuestros cambios corporales, desencadenan respuestas emocionales. Al centrar nuestra atención en ellos, libramos de esta responsabilidad al suceso externo. Si nos molesta el comentario de un compañero, no es él el que provoca que apretemos los puños y sintamos cólera, son nuestros pensamientos, nuestras emociones. Y podemos gestionarlos.

Los pensamientos que surgen espontáneamente son pensamientos automáticos, y se producen cuando surge alguna disonancia entre lo que esperábamos de la realidad y lo que ésta nos da. Las diferencias con el diálogo interior son:

  • Tienden a ser irracionales: «Le mataría». Su intensidad responde a la intensidad de la emoción que estamos sintiendo.
  • Tendemos a darles crédito por la rapidez con la que se producen: los aceptamos como una verdad, no los cuestionamos.
  • A menudo son crípticos, se expresan como una especie de taquigrafía: «Imbécil». «Mentiroso».
  • Suelen desencadenar otros pensamientos automáticos: «Es un egoísta. No me respeta. Ojalá le despidan». Un pensamiento actúa como catalizador de otro, con lo que se prolonga la intensidad de la emoción, y esto hace más difícil desactivarlos.
  • Pueden conducir a un razonamiento distorsionado: el hecho de que los propios pensamientos sean irracionales lleva a una lógica distorsionada, a valoraciones erróneas y sesgadas.

¿Cómo influyen las emociones en el logro de nuestras metas?

Sólo las emociones auténticas solucionan problemas, mientras que los sentimientos malos favoritos prolongan el guion de vida, el definido por tu posición existencial. Si buscas la culpa, lo que está mal, el problema, lo que te provoca rechazo, celos, frustración… entonces no vas a estar en el presente y en la acción, sino respondiendo a recuerdos pasados. Si en cambio pones el foco en lo que sucede ahora, las emociones auténticas te sacarán de tu equilibrio para que actúes:

  • El miedo auténtico es el que nos permite huir del depredador en la jungla. También nos puede paralizar por completo si lo necesario es ocultarse. El miedo evita un peligro futuro (si bien inminente).
  • La ira genuina provoca que el corazón bombee más sangre a nuestras extremidades, nos permite responder físicamente, golpeando o apartando la amenaza, o huyendo.
  • La tristeza auténtica es la que nos permite hacer el duelo para superar un hecho doloroso que sucedió en el pasado. Este hecho significa la pérdida de una situación (cambio de casa, de trabajo, de condiciones económicas) o de un ser querido.
  • La sensación de alegría auténtica nos permite relajarnos y sentir que todo está bien a nuestro alrededor. Esta felicidad genuina nos facilita disfrutar de lo que está ocurriendo en el momento presente, respirando con calma.

Monográfico de emociones

En Centro Tai San estamos impartiendo la segunda edición del Monográfico de emociones, presencial y online. ¡Y estamos de celebración! Es por el éxito que ha tenido nuestra propuesta de impartir el monográfico de emociones para las mujeres de Tres Cantos: hemos cubierto el cupo de las 20 plazas disponibles. Y no solo eso: ¡tenemos a otras 20 mujeres en la lista de espera!

Pero, ¿qué es tan especial del monográfico de emociones que todas lo quieren hacer? Todo esto:

  • Aprendes a gestionar tus emociones unificando cuerpo y mente.
  • Mejora tu respiración y descansas mejor.
  • Adquieres una mayor consciencia corporal.
  • Tu mente se alinea con tu cuerpo para conseguir esos objetivos que se te resistían.
  • Por fin ves clara tu posición de vida, comprendes tus emociones y eliges cambiarlas… ¡si te apetece!

Las profes estamos encantadas de ayudarte a alcanzar todo esto. Nos dedicamos al taichí, el Chi Kung, la kinesiología, la reflexología facial, la respiración funcional, el análisis transaccional, el coaching… Y lo hacemos con rigor, apoyándonos en los descubrimientos de la neurociencia. Vamos, que somos fans de Nazareth Castellanos y de Andrew Huberman.

Si te apetece hacer uno de nuestros cursos y te has quedado sin plaza o no eres de Tres Cantos, escríbenos a taichi3cantos@gmail.com o al whatsapp 620158865. ¡Recuerda que lo puedes hacer online!

En la página Cursos tienes toda la información sobre precios y fechas.


¿Cuál es tu caso? ¿Consigues gestionar tus emociones, observar y después actuar? ¿Tiendes en cambio a reaccionar ante la situación, sin reparar en si se ha disparado una emoción que responde a lo presente o un sentimiento del pasado? Puedes dejar tus comentarios sobre ello. Y como siempre, siéntete libre de compartir. ¡Gracias por leer!

Monográfico de emociones

Este domingo 17 de marzo (2024) termina el monográfico de emociones que he estado impartiendo junto con Elena Frías y Rosa Molina en el Centro Tai San de Tres Cantos. Lo hace con un último taller de En Movimiento, en el que se explorará cómo mover el cuerpo de forma consciente hace que la mente se predisponga para alcanzar objetivos. Estos talleres se imparten de forma presencial y online.

Ver más información sobre este taller.

Ha sido un recorrido a lo largo de seis sesiones en el que hemos tocado temas como la respiración consciente, la gimnasia para el cerebro, la posición de vida o las emociones genuinas. Las tres profesoras llevamos muchos años de aprendizaje e impartición en el desarrollo personal y vimos necesario crear un itinerario que ayudara a la gente a vivir el momento presente, sintiéndose con fuerza y con calma para dar cada paso con seguridad.

Debido a cómo ha funcionado, hemos decidido hacer una segunda edición, que comienza en abril.

¿Qué es el monográfico de emociones?

Es un itinerario formativo que se desarrolla a lo largo de un trimestre, en 6 sesiones exclusivas de 3 horas de duración cada una. Consideramos que las sesiones son complementarias entre sí, si bien, se pueden cursar los talleres de forma independiente. Es un curso abierto a todo tipo de personas y circunstancias.

El monográfico incluye 3 disciplinas, como comentaba:

  • Respiración funcional (Oxygen Advantage): métodos de respiración y descanso muy sencillos y eficaces, apoyados por la sabiduría milenaria del tai chi y el chi kung. Lo imparte Elena Frías.
  • En Movimiento: integra gimnasia para el cerebro, kinesiología, gimnasia visual, reflexología facial y chi kung. Lo imparte Rosa Molina.
  • Análisis transaccional: se centra en la comprensión de la posición de vida y las emociones primarias y secundarias que se tienen con apoyo en el guía interior. Lo imparto yo.

Las tres profesoras sabemos que trabajar las emociones desde diferentes metodologías ayuda a liberar muchos bloqueos. Esto permite experimentar las emociones genuinas cuando se sienten, en el momento presente, respirarlas, aunarlas a nuestros objetivos, contar con ellas en lugar de obviarlas…

Las emociones nos dejan huella en los tres niveles: mental, emocional (valga la redundancia) y físico. Además, alteran el funcionamiento de nuestros órganos y determinan una visión del mundo, en el que la persona se siente bien o mal y siente que el mundo está bien o está mal. Si no las gestionamos, impiden que alcancemos nuestros objetivos, acompañados de emociones negativas, sentimientos parásitos, creencias de la infancia… Por todo esto, al trabajar las emociones en los talleres de En Movimiento, con la Respiración funcional y apoyándose en el Análisis transaccional, la persona se siente mejor consigo misma.

Photo by Wendy Hero on Pexels.com.

Información práctica del taller

Fechas y títulos de los talleres:

Los talleres se imparten en domingo, de 10 a 13 horas, con un breve descanso intermedio. Las fechas que se ofrecen son:

  • 7 de abril: “Respiración, postura corporal y emociones”
  • 21 de abril: “En Movimiento. Fija tu objetivo y muévete hacia él contando con tus emociones”
  • 12 de mayo: “A. T. Postura ante la vida: estoy bien, no estoy bien”
  • 26 de mayo: “En Movimiento. Conecta con lo que sientes y decide tu reacción desde el equilibrio”
  • 9 de junio: “A. T. Emociones auténticas y parásitas. Chantaje emocional”
  • 22 de junio: “Respiración y sueño reparador”

Precio:

  • Monográfico completo: 215 € – incluye un descuento del 10 %
  • Talleres sueltos: 40 € cada uno

Agradecimiento

Es un lujo poder impartir estos talleres. Estoy muy agradecida a Elena Frías por facilitar no sólo el espacio, sino también el contacto con las personas que participan. Y la colaboración tanto con ella como con Rosa Molina es siempre fluida, constructiva y orientada a la acción. Por supuesto, estoy agradecida a las personas que han participado, que han producido momentos de especial profundidad y toma de conciencia para todos.

Menciono el agradecimiento porque es «la emoción clave«, aquella que las tres instructoras consideramos clave para todo lo demás: las gracias abren las puertas a la aceptación de la vida tal y como es, de las personas que nos rodean tal y como son y, al fin y al cabo, de uno mismo, una misma. Por tanto, si hay algo que destacamos en cada uno de los talleres, son los beneficios de sentir agradecimiento.


Espero que esta información sea de tu interés. No dudes en contactar conmigo si quieres saber más. ¿Tienes alguna duda o pregunta que quieras hacer? Sin problema, deja un comentario. Si quieres apuntarte a estos cursos, puedes escribir a Elena Frías por whatsapp al 620 15 88 65.

Chantaje emocional

El chantaje emocional es la forma en la que nos comunicamos para obtener caricias al mostrar un sentimiento parásito. Si quieres recordar qué era esto de los sentimientos parásitos, puedes echar un vistazo a la entrada del blog de la semana pasada. En resumen, tenemos «sentimientos malos favoritos» que encubren las emociones genuinas. Y los tenemos porque los hemos aprendido de la infancia, hasta el punto de que están automatizados.

Por ejemplo, un hombre escuchó de pequeño que:

Los niños no lloran.

Imagen de Pexels en Pixabay.

Lo oyó tantas veces que sustituyó su tristeza genuina por un bloqueo mental y un endurecimiento de su expresión, apretando los dientes. Quizá su estilo de chantaje emocional sea ahora el «mandón», ocultando su tristeza incluso a sí mismo.

Hay cuatro tipos de chantaje emocional, dos de ellos se juegan desde el estado Niño y los otros dos desde el estado Padre. Si quieres recordar qué es esto de los estados, echa un vistazo a este artículo. Estos cuatro tipos se pueden asimilar a los tres que forman el Triángulo de Karpman.

Encajan con las posiciones existenciales de esta manera:

Elaborado a partir de la información en STEWART, I., JOINES, V. AT Hoy. Una nueva introducción al Análisis Transaccional. Editorial CCS.

Al leer los siguientes tipos, imagina a alguien en redes sociales buscando caricias de cada una de estas formas. Ten en cuenta que el “chantajista” siempre es quien inicia la conversación:

Tipo 1: indefenso

Es la persona que trata de sonar indefensa y desamparada, va de víctima. Habla desde el estado Niño al Padre Nutricio de la otra persona, con el fin de recibir caricias por su «lamentable estado»:

—Hoy estoy otra vez de bajón.

—Vaya, cariño, siento escucharlo.

—Y encima el jefe me empezó a atacar ¡otra vez!

—Vaya, vaya, eso está mal.

Tipo 2: mimado

También es un «chantajista» que actúa como victimista, desde el Niño. La diferencia es que se muestra quejica, poniendo en el otro la solución del problema:

—No has sido de mucha ayuda.

—¿No lo puedes hacer tú solo?

—¿Qué pretendes que haga?

—¿Por qué no te quejas al sindicato?

Tipo 3: útil

El tipo 3 se comporta como el salvador de la otra persona, lo que es una «ayuda falsa». Trata de sacar caricias de las necesidades ajenas, desde el Padre Protector y llamando al estado Niño en el otro:

—¿Te has quedado bien? ¿No tienes más hambre?

—No, ya me he llenado.

—Venga, seguro que te cabe un poquito más. ¿Por qué no te acabas la tarta?

—Gracias, estaba muy buena pero ya no me entra.

Tipo 4: mandón

El mandón es el tipo 4, se comporta como un perseguidor. Busca disculpas del otro mostrándose como Padre Crítico y dirigiéndose al Niño en la otra persona. Estas justificaciones son «caricias» para este perfil de chantajista:

—¡Llegas tarde! ¡Y no es la primera vez!

—¡Lo siento!

—¿Crees que te vale con decir “lo siento”?

—Bueno, es que he perdido el autobús…

Todos somos «el chantajista»

Tener estos «sentimientos malos favoritos», refuerza nuestro guion de vida y lo conduce a su desenlace. Por eso, podemos decir que todos, en mayor o menor medida, somos chantajistas cuando necesitamos compensar el malestar que nos provocan esos sentimientos. Quizá tenemos muy interiorizada una forma de solicitar caricias de la que ni siquiera somos conscientes. Puede que alguien que vaya de victimista no entienda por qué los demás le rechazan cuando juega a obtener caricias. Podéis ver algunas soluciones en este artículo sobre el triángulo del amor.


Piensa en la última semana. ¿Has mantenido alguna conversación que te haya recordado a las que hemos visto? ¿Estabas en el lado del chantajista o en el de la otra persona? ¿Cómo respondiste? Gracias como cada semana por leer y por compartir.

Emociones genuinas, emociones parásitas

Recuerda la última situación en la que experimentaste cierto estrés.

Te doy un ejemplo: fuiste a la compra y, una vez dejados los productos del carro en la cinta, en el momento de pagar, no llevabas la cartera. Te tocó quitar todo de allí, retroceder, irte sin la compra. Piensa en cómo reaccionaste: quizá te enfadaste contigo mismo, o sentiste pánico, vergüenza, o bien sentiste tristeza; quizá se te quedó la mente en blanco. ¿Qué palabras te decías en esa situación? Da un nombre a la emoción que sentías.

Foto de Julien L en Unsplash.

Pues bien, seguramente sientes algo parecido cada vez que experimentas estrés. Es una emoción que no te permite solucionar el problema, que te hace sentir peor, añadiendo esa sensación incómoda al suceso en sí, en este caso, a no poder llevarte la compra. Esa sensación es un sentimiento parásito. Es posible que pienses:

Todo el mundo reacciona igual cuando le pasa esto.

Pero no es así: cada persona responde de una manera distinta en situaciones de estrés.

Mi sentimiento malo favorito

El sentimiento parásito es tu «sentimiento malo favorito»: esa emoción que aparece cada vez que surgen dificultades, como si tuviéramos preferencia por experimentarlo. Y es el que, según el análisis transaccional (A. T.) se fijó en nuestra infancia. Es probable que viésemos a nuestros progenitores reaccionando de la misma manera.

Las familias suelen tener emociones prohibidas y emociones alentadas. Se suele premiar una «emoción incómoda» y se suelen dejar de lado las emociones genuinas, las que realmente permiten solucionar problemas. Por ejemplo, en una familia puede estar prohibida la alegría. O puede estar prohibida la tristeza. O bien, los hombres de la familia deben mostrar mucha ira, pero las mujeres deben permanecer con una sonrisa y la mente en blanco.

Otro ejemplo: Vanesa se pone a la cola para esperar al autobús. De pronto, una señora con un carro se cuela varios puestos. Su primera reacción es la ira, pero enseguida la tapa con una sonrisa y dejando la mente en blanco. Puede que sonría a la señora que le había provocado la emoción genuina de la ira.

Tener sentimientos parásitos nos hace avanzar en nuestro guion de vida, justificando decisiones que nos llevan a donde no queremos ir conscientemente, pero habíamos proyectado llegar desde el pensamiento mágico del niño.

El elástico me lleva al pasado

De pequeños, obtener caricias de los progenitores es cuestión de vida o muerte. Por tanto, iremos modelando distintas conductas hasta dar con aquellas que provoquen caricias (positivas o negativas). Ser ignorado es percibido por un niño pequeño como el paso previo a ser abandonado o morir de inanición, es decir, las consecuencias son muy importantes.

Así, cuando siendo personas adultas nos encontramos con una situación de estrés, puede que conecte de golpe con una situación de estrés del pasado, como un elástico que te lleva de un salto a tu infancia. Entonces, ya no estás en la cola del supermercado teniendo que quitar todo de la cinta mientras el cajero te mira fijamente: eres tú en tu infancia, sin recursos, cegado por un sentimiento parásito, quien se encuentra en esa situación. Tu reacción no sólo no te permite solucionar el problema, sino que te lleva a manipular el entorno tal como tratabas de hacer con tus progenitores buscando la emoción que les satisficiera.

Las emociones genuinas solucionan problemas

Según el A. T., hay 4 emociones auténticas:

  • Ira
  • Tristeza
  • Miedo
  • Alegría

La mayoría de autores suman otras dos:

  • Sorpresa
  • Asco/aversión

Todo lo demás, la miríada de nombres que le podemos dar a los sentimientos, son emociones parásitas: frustración, decepción, angustia, indignación, melancolía, desolación mente en blanco, sensación de vacío, vértigo ante la vida…

Pero las emociones que hemos heredado de miles de años de evolución, las que están en la amígdala y se manifiestan en el cuerpo, son las genuinas, las que están preparadas para evitar un peligro o permanecer más tiempo en una situación.

Veamos cómo.

Miedo: evitar un peligro futuro

El miedo auténtico es el que nos permite huir del depredador en la jungla. También nos puede paralizar por completo si lo necesario es ocultarse. En la vida actual, nos permite por ejemplo dar un salto cuando un coche no disminuye la marcha al acercarse al paso de cebra por el que estamos cruzando. El miedo evita un peligro futuro (si bien inminente).

Ira: solucionar una situación presente

La ira genuina provoca que el corazón bombee más sangre a nuestras extremidades, nos permite responder físicamente, golpeando o apartando la amenaza, o huyendo. Si estamos en el metro y alguien nos empuja, la respuesta adecuada es un empujón de igual intensidad. Esto nos deja en equilibrio con la otra persona. También podemos escabullirnos si el contrincante es más grande o es peligroso. En cambio, si reprimimos la respuesta, acumulamos el resentimiento para usarlo otro momento en el que ya no tiene sentido.

Tristeza: superar el pasado

La tristeza auténtica es la que nos permite hacer el duelo para superar un hecho doloroso que sucedió en el pasado. Este hecho significa la pérdida de una situación (cambio de casa, de trabajo, de condiciones económicas) o de un ser querido.

Felicidad

La sensación de alegría auténtica nos permite relajarnos y sentir que todo está bien a nuestro alrededor. No hay amenazas, la situación está bien como está, podemos respirar profundamente, con calma. Esta felicidad genuina nos facilita disfrutar de lo que está ocurriendo en el momento presente.


Con lo que has leído, ¿identificas tus sentimientos parásitos? ¿Eres capaz de darte cuenta de cuándo tu respuesta a una situación no se corresponde con lo que está sucediendo? ¿Qué preguntas te han surgido al leer esta entrada? No dudes en dejar tus impresiones en comentarios. ¡Gracias por leer y por compartir!

Hablar en plata

Eric Berne procuró que los conceptos del análisis transaccional fuesen claros e inequívocos. Por ejemplo, los estados del yo del Padre, Adulto y Niño, dar caricias o dar descuentos, jugar a juegos o tener un guion de vida.

Berne observaba todo lo que decían y hacían las personas que acudían a sus grupos. Pero no se dedicaba a apuntar, grababa las conversaciones y estaba más interesado en las palabras que destacaban que en todo el discurso que las rodeaba, ocultando su importancia. También Bert Hellinger huía de los monólogos de los asistentes a sus sesiones:

Descríbeme el problema en tres frases.

Bert Hellinger

Si solo tengo tres frases, no voy a decir:

«Todo se remonta a hace cinco años, cuando por primera vez observé… Y entonces, en 2017, también ocurrió que… Le pasa también a mi prima que…»

Porque entonces no habré llegado a definir lo que quiero tratar hoy. Probablemente utilizaré frases cortas y palabras claras.

Por su parte, Eric Berne utilizaba el humor para narrar esos acercamientos a la realidad que se quedan tan lejos, por ejemplo, esos libros que se titulan:

«En el camino hacia la introducción de una teoría sobre la personalidad»

El libro, de 500 páginas, tan solo se ha encaminado a la introducción, pero no de unos hechos o datos, de una teoría.

Según comenta Berne, algunas personas tienen prohibido acabar nada o ir al grano, de manera que hablan con conjunciones:

«Fui al mercado y… y entonces… y esto… y además…»

Otras personas no acaban sus frases, sino que las terminan con expresiones como «y todo eso», «etcétera», «y lo demás». Por ejemplo: «Nos besamos y todo eso».

La cuestión es preguntarse qué hay detrás de las expresiones que decimos y que no están diciendo nada. Parece que ocurre en temas tradicionalmente tabú, como el sexo, y también en prohibiciones familiares: «de eso no se habla».

Y me lo pones por escrito

Es habitual escribir de forma retórica en los ámbitos formales, pero incluso se cuela en otros ámbitos donde el uso de la palabra podría ser mucho más libre, como un guion cinematográfico. Hace poco, Javi Meléndez escribía:

https://twitter.com/javiguion

¿Cuál tiene más fuerza y se comprende mejor, «cagado de miedo» o «tiene cara de miedo»? La frase entera es ese estilo norteamericano tan claro que no da lugar a dudas sobre lo que quiere decir:

«John pisa frenéticamente el pedal de su moto, está cagado de miedo y la maldita cosa no arranca».

James Cameron

Es también la forma de escribir de Stephen King y de Chuck Palaniuk.

Vemos que, junto con los temas tabú, la expresión de las emociones es otro campo que da lugar a sustituciones de palabras claras por expresiones vagas y circunloquios.

A la hora de escribir, pesan mucho expresiones tradicionales como las de aquellas cartas que ya hace 20 años estaban obsoletas y que empezaban con algo como:

«Muy señor mío»

Es un lenguaje lleno de perífrasis verbales. Pienso que la perífrasis es una manera clara de huir de la acción. En lugar de actuar, «se procede a realizar la acción».

Todo lo que no es hablar claro es de alguna manera «descontar» la realidad, es decir, descalificarla, haciendo que no exista. Se pasa por encima de lo que se tiene delante o lo que se siente, y se dice una cosa que se parece mucho, algo o poco. En palabras de Berne,

Decir las cosas como son puede significar que el paciente está preparado para ponerse bien.

Eric Berne

Me parece importante parar aquí para decir: hablar con claridad no significa hablar de forma cruel a otras personas.

Sigamos. Berne pone algunos ejemplos de esta forma de hablar que oculta la realidad detrás de giros un tanto rimbombantes:

«Iniciamos la entrevista intercambiando saludos positivos. Luego el paciente explicó que había expresado su hostilidad llevando a cabo un acto de agresión física contra su compañero»

frente a

«El paciente me dijo hola y me contó que había pegado a su compañero».

Recapitulando

Parece ser que damos rodeos con el lenguaje en al menos tres casos:

  • Cuando evitamos un tema tabú.
  • Cuando estaba prohibido hablar del tema en nuestra familia de origen.
  • Cuando evitamos expresar emociones genuinas y su grado de intensidad.

A veces, las tres cosas pueden ser la misma: por ejemplo, en una familia puede estar prohibida la emoción de la ira, es por tanto un tema tabú y del que no se puede hablar. O puede ocurrir con la tristeza. O con la alegría.

Propuesta: escucha cómo hablas, lee lo que escribes y empieza a quitar paja. Vas eliminando los rodeos que utilizas y llegas a decir las cosas como son. Si te apetece, deja comentario sobre cómo te fue o cuáles son tus rodeos del lenguaje más habituales. ¡Gracias por leer!

Referencias

BERNE, E. (2014) Más allá de juegos y guiones. Editorial Jeder. Sevilla.

Artículos y conferencias de Bert Hellinger.

Los niños de hoy trabajarán en profesiones que ahora no existen

A veces, hay modas de hacer y reproducir afirmaciones que luego justifican decisiones. Una de ellas es decir:

“Los niños de hoy trabajarán en profesiones que ahora no existen”

y justificar entonces la necesidad de invertir en asignaturas STEM (Science, Technology, Engineering, Mathematics), como se comenta en este artículo.

Bien, no es mala idea, es importante apoyar asignaturas científicas y dar acceso a los niños a la tecnología.

Esto ya era así…

Solo me gustaría decir que yo tengo 43 años y trabajo en una profesión que no existía cuando era pequeña: diseñadora instruccional e-learning (todavía suena raro y sigo teniendo que explicar en qué consiste).

El salto es “mortal de tres bucles”: cuando era pequeña, ni siquiera existían los ordenadores (existirían, pero no eran accesibles ni siquiera a la mayoría de las empresas). Era imposible que mis profesores me preparasen para este futuro de los años 2010s y 2020s; era imposible imaginar cómo iba a ser el trabajo de la mayoría de la población.

Cuando tenía 11 años, en 1985, a mi hermano le regalaron un Amstrad, un ordenador en el que se podían hacer modestas programaciones en ASCII de un reloj con apariencia analógica (en una pantalla monocromo, esto es, fondo negro y letras verdes). También se podían cargar videojuegos que venían en cintas de casette. Tardaban unos 15 minutos en cargarse, y a veces (bastantes) fallaban y había que empezar de cero.

Tener un Amstrad no nos preparó para este futuro
De Bill Bertram – Trabajo propio, CC BY-SA 2.5, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=133247

 

Por otro lado, unos dos años después mis padres tuvieron que adquirir equipos informáticos para su trabajo, muy poco parecidos a lo que existe ahora. Como tenían su propio negocio, yo pude aprender a manejarlos muy pronto. No solo no eran táctiles. No existía el ratón. No, no existía, ¡de verdad!

Posteriormente, en el instituto me dieron clases de informática, para prepararme para las profesiones del futuro. ¿Sí? Pues… Era MS-DOS lo que nos enseñaban, el primer sistema operativo de Microsoft, que no se parecía a nada que tuviera ventanas ni tampoco windows.

Observa el aspecto de MS-DOS:

El aspecto de MS-DOS no me preparó para este futuro
Fuente: https://www.lifewire.com/dos-commands-4070427

 

Y ahora, en el futuro…

Esa es mi trayectoria… Y ahora, “en el futuro”, estoy creando cursos con herramientas de autor, desarrollando páginas web en WordPress, analizándolas con Google, y más. Me manejo perfectamente. Y no, no me podían haber preparado para esto ni he aplicado nada de ninguna asignatura que tuviera relación con STEM. Nada. De ninguna. De verdad.

pero

siempre hay un pero…

Sí que habría agradecido mucho que me formasen en lo que nunca cambia, porque es justo esto lo que necesitas para salir adelante en el mundo laboral, en el mundo adulto: competencias emocionales, asertividad, empatía, que me enseñaran a pensar, a seguir mis intuiciones, y que me hubieran explicado por encima lo que decían algunos clásicos, y me hubieran ayudado a tener un espíritu crítico con las ideas ajenas, incluidas esas de los grandes clásicos. En fin, todo esto.

(Y si se puede seguir pidiendo, habría sido ideal que, en vez de obligarme a hacer gimnasia, algo que para mí fue una pesadilla, me hubieran facilitado hacer baile, que eso sí me gustaba).

¿De verdad?

Bueno, ahora en el presente sé que los niños muy pequeños trabajan ya con las emociones y las habilidades. Después, cuando van creciendo, es triste observar cómo esos temas van saliendo del currículum escolar y van entrando otros relacionados con la tecnología. Me sigue pareciendo muy chulo que los niños programen un robot, pero ¿de verdad pensamos que podemos adelantarnos unos 20 años a lo que los niños de hoy harán en el futuro? Lo que sí podemos predecir es que seguirán siendo cromañones, que seguirán teniendo las mismas necesidades de relación y los grupos se organizarán en el mismo tipo de jerarquías. Pues mejor sería invertir en todo esto…

Nuestro cerebro tiene la capacidad para adquirir los conocimientos que sean necesarios para trabajar: somos supervivientes a miles de años de evolución.