Lo duro y difícil forma parte de la vida

Es difícil mantener una postura imparcial cuando los acontecimientos tienen una fuerte carga emocional. Sobre todo, cuando son situaciones que engloban a una gran cantidad de personas. Rápidamente, se crea un campo de pensamiento en el que las personas se ven atrapadas, hasta el punto de que solo pueden ver sus creencias y su campo como verdades. Al mismo tiempo, otro grupo contrario se crea en oposición al primero, reaccionando. Ambos grupos se van alimentando de su diferencia con el otro, viviendo sus valores con tal intensidad que son incluso capaces de justificar la muerte de una persona del grupo opuesto por fidelidad a estos valores. A esto, Bert Hellinger, creador de las constelaciones familiares, lo llamó «la buena conciencia».

Campos de creencias en X

En X (antiguo Twitter), se puede experimentar en «primera línea de batalla» lo que es no estar de parte de un grupo de creencias: es intenso y muy desagradable. Hace poco, me vi envuelta en el torbellino del enfrentamiento entre dos de estos campos de pensamiento, lo que el biólogo Rupert Sheldrake llamó la resonancia mórfica. De forma ingenua, respondí en una cuenta de una persona muy conocida lo que yo pensé que era un mensaje «conciliador», que trataba de apaciguar los ánimos y acercar los puntos de vista. Las reacciones a mi respuesta fueron muchas, la mayoría positivas; mi mensaje se compartió mucho. Pero, también, recibí muchos insultos. Lo que yo pensaba que era un escrito para abrir el diálogo y matizar las posturas enfrentadas, muchas personas lo percibieron como un ataque y recibí la respuesta inmediata, no elaborada, sino visceral: insultos, agresividad.

Entonces, me pregunté: ¿cuál era mi intención real detrás de este mensaje? ¿De verdad mi posición era imparcial y trataba de contemporizar? Me di cuenta de que no: yo tenía una posición muy marcada sobre el tema en cuestión, una emoción muy fuerte también, estaba, como muchas otras personas, atrapada en la esfera de uno de esos campos inmensos de creencias, algo que ciega a la persona y no la permite ver lo que hay en realidad. Este estado mío interno no se traslucía en ninguna de mis palabras, pero como explica el análisis transaccional (A.T.) y Brigitte Champetier suele destacar, lo que recibe la otra persona es la realidad que está detrás, la intención, no lo aparente. Es lo que en A.T. se llama transacción cruzada:

Transaccion-cruzada

La emoción fuerte que había detrás de mis palabras llegó a «los otros» y contraatacaron. Empecé a sentirme realmente mal. ¿Por qué no se buscaba el diálogo y los puntos en común? ¿Por qué todo era insultar y sentirse ofendido/a por los del otro grupo? En ese momento, yo había sucumbido a la «tentación de salvar», desde mi ego.

La actitud sabia

No olvides que, ahí donde pones tu atención, estás participando, formas parte de lo que ocurre. Por ello, observo qué hacen las personas sabias para estar en la vida aceptando las circunstancias: aceptan las cosas tal como son. Para mí, no hay mejor explicación de cómo son las cosas que la sociedad que se describe en la película de Billy Wilder Irma la dulce. Y no hay mejor dibujo de un sabio que el camarero Moustache. Como contaba en esta entrada de blog, Moustache explica al joven agente Patou, que interpreta Jack Lemmon, cómo funciona el mundo y lo bien que va tal cual es, porque forma un ciclo, una rueda que gira y avanza:

—Está bien, tomemos un ciudadano decente, veinte años casado y que pasa el día vendiendo cochecitos de niño. Por la noche necesita distracción, camaradería, y por tanto viene a la calle Casanova. Se reúne con una chica, ella le da un poco de amistad y él un poco de dinero, la chica da el dinero a su novio y él lo gasta en bebida, en gemelos o en las carreras. E incluso, a veces, da un poco de ese dinero a un policía.

—¿Soborna a un policía?— dice el agente Patou, escandalizado.

—Y ahí viene lo estupendo, porque el policía coge ese dinero y compra un cochecito al ciudadano decente. Y así el dinero se mantiene en circulación. ¡Todo el mundo es rico! ¡Todo el mundo es feliz!

Una actitud sabia.

Las personas sabias saben ver seres humanos donde estos campos de pensamiento nos obligan a ver monstruos, enemigos, chusma, lo peor. Como Moustache, los sabios se dan cuenta desde una actitud adulta que el rol de cada persona es necesario porque ayuda a mover el mundo, que los dictadores, violentos, corruptos, son necesarios, porque están al servicio de la vida, y que la mirada amorosa incluye juntos a perpetrador y víctima y ayuda a suavizar el conflicto entre ambos. La persona adulta reconoce que también ha tomado un rol perpetrador muchas veces, y que la víctima se convierte al instante en un perpetrador que busca venganza. Pero, para todo esto, hay que renunciar a las preferencias.

¿Qué es renunciar a las preferencias?

Renunciar a las preferencias supone elevarse por encima de la situación y rendirse ante lo que es: los campos de pensamiento, las posiciones enfrentadas, el sufrimiento humano en ambos lados de un conflicto, la necesidad de venganza… Después, con esa perspectiva desde fuera y atemporal, nunca superior, estar al servicio de la vida, como hace el camarero Moustache, que sirve a policías, prostitutas y chulos por igual.

Me dirás, pensando en un conflicto crudo y que cuesta asumir:

Pero, ¿cómo no voy a reaccionar a esta situación? ¿Cómo me voy a quedar impasible ante esto?

Renunciar a las preferencias solo es posible desde el adulto, esa parte de ti que vive en el presente y es capaz de incluir a todas las personas, esto es, de tener una mirada que recoge a todos los seres humanos, hayan hecho lo que hayan hecho.

Brigitte Champetier, en su libro Los desafíos de la vida actual, nos recuerda que «lo duro y difícil forma parte de la vida», me pareció un título acertado para esta entrada.

Antagonistas y conflictos

Empieza una película, presentan a los personajes, se identifica al personaje principal, se tiene una idea de quiénes son y qué tipo de vida llevan. Al cabo de unos cuantos minutos, estos personajes siguen haciendo su vida normal y el espectador empieza a aburrirse. Si la situación continúa igual, la película no enganchará. ¿Por qué? Porque no hay conflicto, no hay giro de guion, no hay cambio de la situación de los personajes de mejor a peor.

Esto ya lo planteó Aristóteles en su Poética, pero no voy a hablar de Literatura, sino de la vida misma.

Entrada para el cine: antagonistas y conflictos

El antagonista

El antagonista es aquel personaje que se opone a los objetivos del protagonista. Aparece y empieza a plantear frenos y zancadillas al protagonista. Y los espectadores empezamos a divertirnos. 

¿Quiénes son en nuestra vida los antagonistas? Se trata de las personas difíciles para cada uno de nosotros/as. Si nos fijamos bien, estas personas tienen una característica, o varias, que condenamos abiertamente en la otra persona. Puede deberse a que también tenemos estas características pero no queremos darnos cuenta (ver la paja en el ojo ajeno). O bien, tienen características que nos encantaría tener, pero no nos las permitimos.

Cuando compartimos características con los antagonistas, podemos agradecer que nos las estén señalando: tanto esas personas como nosotros estamos sufriendo lo mismo y reaccionamos de la misma manera ante ello.

Cuando no es así, nos podemos preguntar: 

¿Envidio yo lo que tiene esta persona, me gustaría tener lo mismo o ser de esa manera?

Los conflictos

Avanza la película aburrida y, no solo el protagonista no encuentra a nadie que persiga un objetivo contrario o simplemente frustrar sus objetivos, sino que todo le va bien en todas las áreas: trabajo, dinero, salud, amor… Si algún espectador continúa mirando, va a agradecer que en la vida de este protagonista surja un conflicto: que le echen del trabajo, que le deje su marido, que lo pierda todo en la bolsa… ¿Acaso somos sádicos que nos regodeamos en la desgracia ajena?

No, se trata otra vez de lo mismo. Lo que observó Aristóteles es que disfrutamos cuando los personajes de una historia tienen que superar obstáculos, cuando sufren, cuando su suerte cambia.

En la vida, ocurre algo parecido. Una vida sin dificultades puede ser agradable de vivir pero muy plana y aburrida, vacía de aprendizaje y crecimiento. Las dificultades que se nos plantean son las que nos permiten desarrollar formas creativas de resolverlas. Es cuando se ponen en marcha mecanismos de supervivencia, cuando acudimos a nuestro máximo potencial.

Rechazar el conflicto

El protagonista de la película aburrida encuentra por fin un conflicto, allá por el minuto 60 y, en lugar de vivirlo, lo huye. Coge un avión y se va a la otra punta del mundo, donde continúa viviendo una vida apacible y enormemente aburrida.

Cuando se rechaza el conflicto, lo más habitual es que este crezca, porque no está resuelto. La dificultad atraerá otras dificultades, la vida se irá complicando hasta que se decida vivirla con todo lo que conlleva.

Por tanto, puede ser interesante entrar de lleno en las dificultades, saber apreciar lo que luego proporcionan. La forma más fácil de admitir que las dificultades nos ayudan es mirar atrás y revisar las que ya se han superado.


Los próximos 12 y 13 de diciembre hablaremos de las dificultades en el curso de constelaciones familiares Las fuerzas del amor, abierto a tod@s. 

Cartel del curso online Las fuerzas del amor, 12 y 13 de diciembre.